Los efectos dañinos de las bebidas gaseosas son conocidos por todos desde pequeños, pero muchas veces optamos por mirar a otro lado cuando nos hablan de ellos. Este vídeo explica que todos los males de estas bebidas residen en un elemento: el ácido fosfórico (H3PO4).
El ácido fosfórico se utiliza en una gran variedad de refrescos como aditivo, pero los fabricantes que más recurren a él son los de los refrescos de cola y similares. En estos, el ácido fosfórico cumple la doble función de equilibrar la excesiva dulzura del azúcar y, a la vez, de evitar la proliferación de bacterias y mohos.
Tampoco se debe pensar que el fósforo como nutriente sea malo: de hecho este está presente incluso en nuestro ADN y ARN y en muchos alimentos, tales como el marisco. El problema es que en estos casos hablamos de fósforo orgánico, y por tanto, el organismo no absorbe todo el fósforo. No es el caso del fósforo inorgánico de algunas bebidas carbónicas, que acaba todo dentro de nuestro organismo.
Las consecuencias, a largo plazo, resultan alarmantes: una acumulación de calcio prolongada en el tiempo puede provocar que se creen piedras en el riñón.