Realizar ejercicio físico no solo moldea el exterior de nuestro cuerpo, tonificando músculos y desarrollando una forma más saludable y quizás atractiva. Ahora, los científicos saben que el tipo de ejercicio que hagamos también repercute directamente en la forma de nuestro corazón. Así, el grosor de sus paredes varían según qué tipo de ejercicio realizamos o incluso si no hacemos ningún tipo de actividad física.
El estudio también incluyó a un grupo de 43 chimpancés machos adultos, utilizados como forma de comparación y en virtud de nuestras similitudes.
Los investigadores analizaron el ventrículo izquierdo de cada corazón dado que, de las cuatro cavidades que tiene, es la que tiene mayor fibra muscular. Se trata de la cavidad encargada de impulsar la sangre hacia la aorta y desde allí a la mayor parte del cuerpo.
Los análisis de ultrasonido permitieron identificar diferencias notables entre los ventrículos izquierdos de cada grupo de personas. Mientras los corredores de larga distancia y los tarahumara presentaron ventrículos alargados con paredes más delgadas, los linieros de fútbol americano los tenían más anchos y con paredes más gruesas.
Los hombres sedentarios mostraron ventrículos izquierdos similares a los de los jugadores de fútbol americano. Los chimpancés, en tanto, fueron los que tuvieron los ventrículos más pequeños y con las paredes más gruesas de todos los estudiados.
Los linieros, en cambio, requieren un esfuerzo de alta intensidad en un tiempo corto, lo que hace aumentar la presión arterial. Cavidades más pequeñas y con paredes más gruesas les permiten asegurar que haya suficiente sangre llegando al cerebro para no perder la conciencia, explicaron los científicos.
Uno de los hallazgos más curiosos de la investigación es que las personas sedentarias —es decir, con una vida alejada del deporte y generalmente habituada a sentarse a mirar televisión— presentaron ventrículos izquierdos muy similares a los de los jugadores de fútbol americano.
Los chimpancés fueron al extremo en cuanto a pequeñez y grosor de las paredes del ventrículo, algo necesario para sus intensos esfuerzos para escalar o pelear.
El estudio también permite sostener que es posible realizar cambios en la forma del corazón que redunden en una vida más saludable. Así, las personas sedentarias pueden reducir las paredes demasiado gruesas de sus ventrículos realizando ejercicio físico de resistencia.