Las milongas, que son los tradicionales espacios de encuentro de los aficionados del tango, están cerradas por tiempo indefinido y probablemente sean de los últimos lugares en abrir a medida que se vaya levantando el confinamiento en este país.
"La danza es universal, es libertad, nuestro cuerpo cuando está vivo baila. En la pandemia que estamos viviendo hay que volver a sentir esto. Aún sin poder bailar en nuestros espacios sociales, tenemos que encontrar la forma de poder seguir bailando en casa", dijo Aurora Lubiz, bailarina y maestra de tango en Buenos Aires.
El estudio de danza que tiene junto a su compañero Jonathan Spitel está cerrado y por eso están impartiendo clases de tango a sus alumnos a través de plataformas virtuales.
La entrevistada contó que uno de los principales desafíos de esta nueva modalidad es explicarle virtualmente a alguien cómo debe moverse y cómo tiene que sentir su cuerpo sin estar en una sala de danza. Esto le permite seguir percibiendo ingresos, aunque mucho menores a los que tenía antes de la pandemia.
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El difícil momento que atraviesa esta industria unió a los diferentes actores que realizan eventos solidarios en una plataforma online a través de la cual se dictan clases. El dinero recaudado se reparte entre los bailarines que están en una situación más complicada. Desde el Gobierno también se están otorgando subsidios y apoyos económicos a estudios de danza, centros culturales y espacios de milongas.
"Creo que tenemos la suerte, todos los que somos artistas, de tener el arte como un soporte importante de nuestra emoción. Donde podamos hay que seguir bailando y esto va a pasar", concluyó Lubiz.