"Yo, el general Duong Van Minh, presidente de la Administración de Saigón, convoco a las fuerzas de la República de Vietnam a que bajen las armas y se rindan incondicionalmente al Ejército de Liberación de Vietnam del Sur", fue el mensaje que el hasta ese día presidente de Vietnam del Sur transmitió por radio a las 14 horas del 30 de abril de 1975.
Apenas unas horas antes, los tanques del Vietcong habían ingresado al Palacio Presidencial de Saigón, obligando a Van Minh a firmar su rendición. Culminaba así la Guerra de Vietnam (1955-1975), uno de los conflictos armados más relevantes de la segunda mitad del siglo XX y una espina que EEUU mantendría clavada para la posteridad.
Lo que parecía ser una tragedia difícil de igualar para la sociedad norteamericana ha quedado disminuido 45 años después, cuando el brote de COVID-19 que se expande en territorio estadounidense ya ha causado —según datos al 30 de abril del observatorio de la Universidad John Hopkins— la muerte de 61.547 personas en el país.
El desastre de Vietnam no pasó inadvertido para los estadounidenses sino que acabó de poner en jaque a su sistema político, ya golpeado por el escándalo de Watergate y la renuncia de Richard Nixon.
Las consecuencias de la crisis provocada por el coronavirus en la imagen del actual presidente Donald Trump aún están por verse y se medirán en las elecciones generales que EEUU espera para el 3 de noviembre de 2020. Sin embargo, algunas encuestas dan cuenta de que los estadounidenses no tienen demasiada confianza en su presidente cuando se trata del manejo de la pandemia.
Como si fuera poco, para algunos estadounidenses las dos tragedias se convierten en la misma. Un hogar para veteranos de guerra en la ciudad de Holyoke, estado de Massachusetts, sufrió la muerte de 78 ancianos tras un brote de COVID-19. El caso se tornó escandaloso luego de que se comprobara que el local, administrado por las autoridades estatales, no contaba con protocolos para limitar la propagación del virus.