La pandemia de coronavirus obligó a sistemas sanitarios de todo el mundo a requerir la mayor cantidad posible de elementos de protección como trajes de bioseguridad, guantes o mascarillas, entre otros. En ese contexto, y más allá de los debates sobre quiénes deben usarlas, las mascarillas denominadas 'N95' se convirtieron en las más demandadas.
A medida que los brotes de coronavirus se extendieron en el mundo, los diferentes países buscaron formas de asegurar que este tipo de mascarillas sea suficiente para el personal médico, el más expuesto a la contaminación durante el contacto con pacietnes infectados. El aumento explosivo de la demanda disparó los precios del producto y puso la mira sobre los fabricantes de este tipo de mascarillas.
El mercado de la producción de mascarillas N95 tiene decenas de competidores (la NIOSH, por ejemplo, tiene cientos de modelos de diferentes marcas en su lista de aprobados), aunque hay algunas empresas que se destacan por sus volúmenes de producción como Makrite (con sede principal en Taiwan) y Moldex y 3M, con base en EEUU, entre otras.
Luego de invocar la ley para obligar a General Motors a fabricar respiradores, Trump apuntó los cañones contra 3M, al comprobar que la compañía, que tiene su sede principal en Minnesota, no volcaba el 100% de su producción al mercado estadounidense sino que continuaba abasteciendo los mercados de Canadá y América Latina.
We hit 3M hard today after seeing what they were doing with their Masks. “P Act” all the way. Big surprise to many in government as to what they were doing - will have a big price to pay!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) April 3, 2020
La compañía no tardó en responder que limitar las exportaciones a Canadá y América Latina tendría "implicaciones humanitarias significativas", al tiempo que podría desencadenar que esos países adoptaran medidas espejo, dificultando aún más el abastecimiento a EEUU.
Con ese acuerdo, la empresa aseguró que podría continuar abasteciendo a los mercados de América Latina y Canadá, donde es el proveedor principal.
La guerra de las patentes
La polémica por el abastecimiento de mascarillas no abarcó solo a la capacidad de las empresas de fabricar sino que llegó también al cuestionamiento de las patentes que mantienen sobre los productos.
La fijación de los gobernantes estadounidenses con la empresa 3M es que, a pesar de que no es el único productor, es el mayor proveedor en EEUU. En efecto, y según un relevamiento consignado por la organización Health Policy Watch, la compañía tiene 441 patentes registradas que incluyen 'N95' o 'respirador'.
La normativa señalada permitiría, según KEI, que EEUU pueda asignar a entidades internacionales —como la Organización Mundial de la Salud (OMS)— derechos sobre algunas licencias. Eso también permitiría que el país norteamericano podría acceder a licencias abiertas de otros proyectos no financiados por EEUU.
La discusión acerca de las licencias llegó a la OMS gracias al Gobierno de Costa Rica, que a fines de marzo propuso conformar una alianza internacional para compartir derechos sobre test, medicinas y vacunas con acceso libre o licencias con "precios razonables y accesibles" para los países.
La propuesta del país latinoamericano fue bien recibida por el director general de la OMS, Tedros Ghebreyesus, quien aseguró que el organismo internacional se encontraba trabajando "en los detalles" de la iniciativa junto al Gobierno costarricense.
La idea de Costa Rica encontró apoyo también en Europa. El primer ministro de Países Bajos Hugo de Jonge se manifestó a favor de la propuesta, indicando que las invenciones para tratar el COVID-19 "deben estar disponibles para todos de forma gratuita o por pagos razonables".