Más de 17.000 personas intervinieron en la primera entrevista de este estudio longitudinal, que por primera vez permite evaluar los estados anímicos de las personas sometidas al confinamiento a lo largo de un período de tiempo.
Dos semanas después de que entrara en vigor la cuarentena, más de 8.000 participantes se involucraron en la segunda encuesta, lo que sirvió de pauta para empezar a establecer comparaciones.
Cuatro investigadores del Instituto de Psicología Básica, Aplicada y Tecnología, entidad que depende del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en Mar del Plata, provincia de Buenos Aires (este), y de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de esta ciudad, han podido constatar con estos parámetros la evolución de los cambios que se producen en relación a la ansiedad, la depresión, y en general, a las emociones positivas y negativas.
Ansiedad y depresión
Los resultados preliminares de esta investigación comenzaron a observar una tendencia de aumento en los niveles de depresión, un estado emocional caracterizado por apaciguar las formas de respuesta e incrementar los niveles de sueño, así como la apatía.
Esta tendencia afecta de manera desigual a las distintas franjas etarias.
El único grupo que presenta una disminución en la intensidad de los síntomas depresivos es la población mayor de 60 años.
Por el contrario, los jóvenes de entre 18 y 25 años muestran una mayor inclinación a la depresión.
"La población joven es una población muy móvil; suele tener mucha vida social y está en un momento en el que su proyecto de vida está puesto en acción. Pero de golpe, se encuentran mucho tiempo metidos en su casa, sin poder contactar a sus pares de referencia, a sus amigos, e incluso a su pareja, con la que no suelen convivir", describió la psicóloga.
El adulto mayor, en cambio, está más acostumbrado y tiene más herramientas para enfrentar una situación de soledad en su hogar, según han inferido los investigadores en base a las dos entrevistas realizadas hasta el momento.
Emociones positivas y negativas
Las entrevistas abordaron a su vez la evolución de las emociones positivas, en alusión a los estados que hacen sentir algo agradable en relación al contexto, como la calma y la tranquilidad, y también se focalizaron en las emociones negativas, que hacen referencia al estrés, la frustración, la intranquilidad, el nerviosismo o la ira.
Las emociones negativas, curiosamente, apenas mostraron una merma después de 14 días de aislamiento, pero esta disminución es considerada insignificante por los responsables de la pesquisa.
La evidencia científica muestra, por otro lado, que los hábitos saludables y las actividades gratificantes contribuyen a que las personas muestren menos síntomas de ansiedad y depresión.
"Circula mucho en las redes y la gente tiende a subestimarlo, pero si tienes una rutina, momentos de distensión, una alimentación saludable y haces ejercicio, hemos visto que hay una tendencia de disminución en la depresión y ansiedad", resumió la psicóloga.
En paralelo, hay un conjunto de hábitos no saludables que repercuten sobre el ánimo de la persona, como el uso desmedido de la tecnología.
El equipo argentino de investigación ha querido destacar el sesgo inherente a este estudio, puesto que en el contexto que plantea la pandemia, las entrevistas alcanzan a población con acceso a medios electrónicos, que en general tiene estudios universitarios y que mantiene cierta predisposición a contestar trabajos de este tipo.
"Estimamos que en poblaciones vulnerables estas magnitudes podrían verse incrementadas, donde las condiciones de aislamiento no son las mismas, pues no es lo mismo la persona que pasa la cuarentena en su casa con su situación económica respuesta a una persona que atraviesa el confinamiento en una situación más precaria", profundizó Canet Juric.
El estudio prevé más adelante realizar un tercer relevamiento sobre las estrategias de las personas y las herramientas con las que cuentan para enfrentar esta época excepcional.