"Quédate en casa" piden las autoridades de distintos países del mundo para intentar frenar la propagación del COVID-19, pero "¿en cuál casa?" se preguntan desde los sectores más empobrecidos de América Latina.
Este joven caraqueño de 36 años, alerta que la orden de aislamiento preventivo obligatorio, que entró en vigencia en Colombia el pasado 25 de marzo y que se extenderá hasta el próximo 27 de abril, ha provocado que muchos venezolanos y colombianos de bajos recursos quedaran en situación de calle.
"Nosotros trabajamos en lo que llaman la economía informal. Somos de los que nos levantamos, trabajamos, producimos lo del día, comemos y pagamos la noche de alojamiento. Así es nuestra vida", expone Álvarez.
Muchos de los venezolanos que migraron a Colombia —aproximadamente 1.825.000, según los últimos datos ofrecidos por las autoridades migratorias de ese país— suelen sobrevivir vendiendo café en las calles, ofreciendo dulces o cualquier producto en los autobuses, recibiendo limosnas o tocando alguna melodía venezolana que le recuerde a la gente que Colombia y Venezuela son dos tierras hermanas.
"Ahora, muchos de nuestros hermanos venezolanos que viven en Colombia la están pasando muy mal. Muchos fueron desalojados de sus habitaciones porque como no podían salir a trabajar, no pudieron hacer dinero y pagar la estadía. Quedaron en la calle, expuestos a la pandemia, sin tener comida. Es una situación muy grave la que están viviendo", denuncia Álvarez.
A la vulnerable situación que enfrentan los venezolanos pobres en Colombia, se suma la ola xenofóbica y la persecución de la policía.
En medio de estas grandes dificultades los venezolanos intentan organizarse y apoyarse. Hace unos días lograron que un señor les prestara un camión para resguardarse durante las frías y lluviosas noches de Bogotá. En la cabina de ese camión duermen cinco adultos y dos niños. Jormelys Quevedo, caraqueña de 22 años, y su hijo de dos, son uno de ellos.
"Tengo una semana en la calle con mi hijo. Necesito una ayuda, pero nada que llega. El dueño de la pensión donde yo estaba nos sacó a casi todos de ahí porque no teníamos el dinero para pagarle. Las autoridades no nos ayudan, los policías nos sacan de todos lados y nosotros no tenemos dónde ir, no tenemos qué comer. Estamos en las calles y esto está horrible porque llueve mucho y hace mucho frío", confiesa esta joven.
Jormelys explica que se fue de Venezuela hace un año y dos meses debido a "la situación del país", una frase con la que algunos venezolanos suelen resumir el deterioro económico que se ha vivido en el país caribeño durante los últimos cinco años debido a una suma de factores: fallas internas del Gobierno, sabotaje del sector empresarial contrario al presidente Maduro, la desestabilización y violencia política con la que la oposición buscó el derrocamiento del Gobierno y un bloqueo económico y comercial ejecutado por la administración de Donald Trump que ha terminado de asfixiar al país. Pero lo que le ha tocado vivir a los venezolanos fuera de su país ha sido aún peor.
"A uno le da mucho dolor que en medio de todo esto, uno le pida ayuda a sus connacionales que están haciendo política acá en Bogotá y la respuesta de ellos sea ignorarnos. Yo responsablemente digo que le hemos escrito a la diputada Gaby Arellano, que trabaja en la embajada que montó Juan Guaidó acá, y ella no nos responde".
La vuelta a casa
En medio de la desesperación, centenares de venezolanos decidieron volver a Venezuela. Han vuelto a pie, caminando miles de kilómetros, con mucha hambre y unas cuantas bolsas encima donde llevan sus pocas pertenencias. Maikel, uno de esos caminantes, narraba la vuelta a casa con estas palabras:
"Estamos muertos de hambre. No nos hemos comido ni una arepa. Hay gente en la vía que nos regala unos pancitos y somos como 70. El pan que me toca a mí yo se lo doy a los niños, que necesitan comer más que nosotros. La verdad que es muy difícil caminar sin comer. Hace poco una muchacha, madre de dos hijos pequeños, se nos desmayó por falta de comida y caminar tanto".
Y mientras sus testimonios se comparten por mensajería instantánea entre los venezolanos en el exterior, algunos se preguntan ¿cómo serán recibidos esos venezolanos en su patria? porque en Venezuela aún hay muchas heridas abiertas.
"Usted como venezolana, y yo como venezolano, sabemos que a nuestra gente, más allá de las discrepancias políticas, nos mueve la humanidad y la humildad. Incluso, a nuestros hermanos que ya han llegado a Venezuela los están tratando bien. Una vez que pasaron el puente y llegaron a Venezuela, fueron llevados a la Villa Olímpica, les dieron de comer, les hicieron los exámenes de despistaje y les pusieron unos autobuses en San Antonio para llevarlos a sus distintos estados".
Según ha reconocido la Organización Mundial de la Salud (OMS), las medidas adoptadas por el Gobierno venezolano han permitido atender a tiempo la pandemia y evitar una propagación que pusiera en riesgo a los más vulnerables. Sin embargo, Venezuela enfrenta otra gran amenaza: una agresión militar de EEUU, país que ha acusado al presidente Nicolás Maduro de narcotráfico, sin presentar pruebas, pero movilizando barcos de guerra, aviones militares y tropas a las aguas del Caribe, a pocos kilómetros de las costas venezolanas.
Carlos sostiene que él y muchos venezolanos que migraron sueñan con volver a Venezuela con una sola intención: sacarla adelante.
"A Venezuela la reconstruiremos entre todos, aportando todo lo aprendido. Habrán discrepancias, pero también habrán caminos donde podamos encontrarnos. Con un sano diálogo y entendimiento podremos reconstruir nuestro país. Es el momento", concluye.