A principios de marzo el acuerdo entre el cartel de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y otros grandes productores independientes como Rusia se rompió provocando que los precios cayeran por debajo de los 23 dólares por barril para el día 30 del mismo mes.
La situación actual ha llevado por primera vez a los estadounidenses de forma inédita a pedir abiertamente tanto a Rusia como a Arabia Saudí que reduzcan su producción para evitar que la industria de esquisto, que tanto beneficio le ha aportado en los últimos tiempos, se vaya a pique.
El propio Trump a golpe de tuit, como es habitual, se mostró seguro de que Rusia y Arabia Saudí reducirán su producción.
"Espero que estén recortando aproximadamente 10 millones de barriles, y tal vez sustancialmente más, lo que, si sucede, ¡será genial para la industria del petróleo y el gas!", escribió Trump en Twitter.
Just spoke to my friend MBS (Crown Prince) of Saudi Arabia, who spoke with President Putin of Russia, & I expect & hope that they will be cutting back approximately 10 Million Barrels, and maybe substantially more which, if it happens, will be GREAT for the oil & gas industry!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) April 2, 2020
El comentario no deja de ser inaudito en un presidente que siempre ha estado en contra de la OPEP, organización a la que califica de ilegal.
La estrategia de EEUU hasta ahora se ha centrado en que sean otros los que se encarguen de estabilizar los precios y esperar beneficios sin compromiso alguno.
Sin embargo, ahora el problema no solo reposa en la cantidad de petróleo que circula sino en la escasa demanda, provocada por una situación de pandemia que ha obligado a más de un tercio de la población mundial a adoptar medidas de cuarentena sin parangón en la historia contemporánea.
En este orden de cosas es poco probable que el típico acuerdo OPEP+ al que estamos acostumbrados vaya a provocar una subida considerable de los precios. Arabia Saudí y Rusia lo saben y es por eso que han pedido a EEUU que asuma algún compromiso para parar la sangría.
Mientras tanto la industria estadounidense de petróleo se tambalea al alcanzar el crudo marca WTI (el procesado en el medio oeste del país y el golfo de México) el pasado 30 de marzo los 20 dólares por barril en precios internacionales, porque a nivel regional el precio en Texas y Dakota del Norte llegó a los 10 dólares por barril. Al día siguiente, la norteamericana Whiting Petroleum quebró.
El escenario es desolador, el mercado se encuentra inundado de petróleo que casi nadie compra a pesar de los irrisorios precios (léase pandemia) y el Gobierno estadounidense se encarga a la desesperada de mantener por todos los medios su industria a flote.
De esta manera, para forzar un acuerdo OPEP+ el 9 de abril Trump amenazó con introducir unos aranceles altos al petróleo que entra en el país.
Amenazas a parte, si EEUU quiere parar la catástrofe, que de momento se ve inevitable, no lo quedará más remedio que llegar a algún tipo de acuerdo con esta organización "ilegal" y con sus socios, es decir con OPEP+.
En esa dirección se pronunció este 7 de abril Trump que en un giro inesperado declaró: "Si ellos [la OPEP] me lo piden, tomaré una decisión [sobre el recorte de la producción]".