La peor pandemia del siglo está aumentando las rivalidades políticas en el panorama español. Aunque en un principio la oposición mostró una actitud inicial de apoyo afirmando que no era el momento de buscar culpables, a medida que se ha ido agravando la situación se ha ido caldeando también el ambiente.
Esta semana, el líder del partido de centro derecha Partido Popular (PP), Pablo Casado, ha calificado al presidente del Gobierno Pedro Sánchez como "desleal" y "mentiroso" e incluso ha acusado al Ejecutivo de ocultar el verdadero recuento de muertes. Consideran en este partido que en la Moncloa gobierna la "imprevisión" para afrontar esta crisis, lo cual creen "inadmisible".
▶ @pablocasado_ explica en @elprogramadear las 3 mentiras del Gobierno sobre el #COVID19: ⁰
— Partido Popular 🇪🇸 (@populares) April 2, 2020
- No se podía saber
- Situación del sistema público
- La única salida es comunista pic.twitter.com/OYT5yPzphR
Por su parte, el líder de Vox Santiago Abascal, ha solicitado la renuncia de Pedro Sánchez y el remplazo de su gobierno por uno "de unidad nacional", sin aclarar qué significa tal fórmula. Mientras tanto, la administración independentista de Cataluña critica al gobierno por su supuesta incompetencia y parsimonia casi a diario.
La vida y el empleo de los españoles en riesgo por un gobierno negligente entregado a la improvisación y al secatarismo ideológico. El gobierno debe irse. Es la hora de un gobierno de emergencia nacional que garantice el empleo y salario de todos ⬇https://t.co/WY4pgCNSho pic.twitter.com/Rg7Ww1YVrh
— Santiago Abascal (@Santi_ABASCAL) March 31, 2020
Independientemente del motivo, las profundas fisuras que ahora resurgen en la política española resaltan la magnitud del desafío que tiene por delante el país para superar la crisis sanitaria y económica que ya se augura. Antón R. Castromil, politólogo y profesor de Opinión Pública en la Universidad Complutense de Madrid, clasifica en cuatro las principales críticas hacia el Gobierno en la crisis del coronavirus:
- Improvisación: El Gobierno va a remolque de los acontecimientos. Tanto en la suspensión de las clases a todos los niveles del sistema educativo —primero en la Comunidad de Madrid y en ciertas zonas del País Vasco como, después, en todo el país—, en la declaración del Estado de Alarma o en el más reciente recrudecimiento de la suspensión de las actividades económicas "no esenciales".
- Falta de diálogo: La oposición del Partido Popular y el Partido Nacionalista Vasco han acusado recientemente al Gobierno de no contar con sus opiniones a la hora, por ejemplo, de recrudecer el confinamiento de la población en sus casas.
- Mala gestión sanitaria: Se acusa al Gobierno de no dotar de los medios suficientes al sistema sanitario para que pueda afrontar de manera eficiente la urgencia sanitaria. Desde mascarillas a respiradores, desde instalaciones al colapso de las UCIS o unidades de cuidados intensivos.
- Falta de coordinación con las Comunidades Autónomas: Se acusa, también, al Gobierno de no pactar las medidas con ciertos territorios, como, principalmente, la Comunidad de Madrid y Cataluña; ambas gobernadas por partidos hostiles al Gobierno (el PP en Madrid y los independentistas en Cataluña). También ha habido ciertos roces con la Comunidad de Murcia (PP) o Andalucía (también gobernada por el Partido Popular)
Esta situación ha provocado que el líder de la oposición, Pablo Casado, desarrolle cierto protagonismo en los medios de comunicación pues sus comparecencias públicas son bastante frecuentes en los últimos días. "Casado ha tenido un perfil bajo al principio de la crisis. Quizá quiera recuperar ahora una cierta iniciativa" explica el politólogo.
"Lo que me parece más conflictivo es que considere (Casado) que debe ser consultado constantemente ante cualquier iniciativa del Gobierno. Por supuesto, en las grandes decisiones se va a contar con él –aunque sólo sea para informarle y pedirle su apoyo– pero no en el día a día de la gestión. Eso es algo competencia exclusiva del Gobierno", concluye.
Ante este panorama, ¿está Pedro Sánchez improvisando sus acciones? ¿Es posible no hacerlo ante una situación que nadie se esperaba? Para Castromil, la emergencia sanitaria cambia de un día para otro lo que obliga al Gobierno a improvisar. "Es imposible trazar un plan inequívoco desde el principio de la crisis y llevarlo a cabo de manera milimétrica".
"El Gobierno está sometido a muchas presiones porque es el que tiene que decidir: la comunidad de expertos en epidemias, los socios de gobierno, los medios de comunicación, las distintas comunidades autónomas, los partidos de la oposición, los sindicatos y empresarios, los autónomos, los jubilados, los padres con niños confinados, la industria pesada… De una mezcla de todos estos intereses se componen las decisiones que se van tomando. Resumiendo, el Gobierno se enfrenta a un problema cambiante y a una multiplicidad de intereses".
Por su parte, el Gobierno asegura que sus medidas están teniendo un impacto significativo y el ministro de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana José Luis Ábalos ha asegurado recientemente que se están adoptando todos estos pasos "con la idea de evitar una crisis que tenga las consecuencias de la de 2008".
"Al fin y al cabo la ciudadanía no perdonaría un disenso radical. Prueba de ello es que la mayor parte de los partidos han apoyado, primero, el estado de alarma decretado por el Gobierno y, después en sede parlamentaria, su ampliación. Lo cual no quita que exista cierta lucha. La sociedad se divide en grupos con intereses diferentes y los partidos, al menos en parte, representan intereses diferentes. Por ello, parece lógico una cierta polémica. Aunque, en el tema del coronavirus, al ser una cuestión de estado y una emergencia nacional, tal disenso es mucho más suave", argumenta Castromil.