Aunque la población en general tiene cada vez hábitos más saludables y la práctica del ejercicio físico está extendida, la figura del deportista de sofá sigue inamovible. El sillón, una televisión y un mando a distancia conjugan un cóctel imbatible entre el género masculino, no digamos ya con un bote de cerveza en la mano.
1. Fútbol. Liga de Campeones 2004-2005, final.
Enfrentó en Estambul al A.C. Milan contra el Liverpool. Los italianos se las prometían muy felices al descanso gracias a un cómodo marcador parcial de 3-0 que parecía dejar el duelo sentenciado. O no. El legendario club inglés, entrenado por el español Rafa Benítez, se rehízo en el segundo tiempo y en apenas un cuarto de hora empató el partido. Tras la estéril prórroga los red devils llegaron con la moral por las nubes a la tanda de penalties, donde su portero Dudek se encumbró. Era el quinto título continental para la ciudad de los Beatles.
2. Fútbol. Liga de Campeones 2010-2011, final.
El cuarto cetro continental del Barcelona escenificó en Roma un juego preciosista contra el Manchester United. El triángulo Xavi-Iniesta-Messi trituró al equipo inglés en una final que significó el prestigio definitivo del entrenador azulgrana, Pep Guardiola. El equipo parecía una orquesta.
3. Fútbol. Liga de Campeones 2016-2017, octavos de final.
No fue una finalísima, "simplemente" se trata de la mayor remontada de la historia de la Champions League. El F.C. Barcelona venía de perder por 4-0 de tierras francesas a manos del PSG de París. Pero a la vuelta en la capital catalana, el conjunto blaugrana endosó un 6-1 a los parisinos en una demostración de fe colectiva en el planteamiento del técnico Luis Enrique, que tuvo esa noche como estrella al brasileño Neymar. No todo va a ser Messi.
4. Baloncesto. Euroliga 1991-1992, final.
La final infartante por excelencia de un deporte ya de por sí electrizante. Estambul acogió el choque entre el histórico club catalán Joventut de Badalona y el Partizan de Belgrado, uno de los equipos de la ya troceada y en guerra Yugoslavia. El excelente juego de los españoles quedó culminado con una increíble canasta de Tomás Jofresa que puso a su equipo dos puntos arriba a falta de tres segundos. Pero Aleksandar Đorđević, internacional yugoslavo, salió raudo botando el balón como un poseso, se elevó haciendo la estatua en el aire sobre la línea de 6,25 metros y clavó la madre de todas las canastas triples, producto de una prodigiosa técnica de tiro. Éxtasis serbio, derrumbe catalán. 71-70. El legendario periodista radiofónico español, José María García, sólo acertó disléxicamente a decir: "¡La ha metido desde Partizan!"
5. Atletismo. Mundial 2009, final 100 metros lisos.
Al hombre más rápido del planeta le había salido un fiero contendiente. El azul inédito de la pista del estadio olímpico de Berlín registró la carrera de velocidad más sensacional de todos los tiempos, en la que un jamaicano de casi 2 metros de altura conquistó el oro mediante un increíble récord del mundo de 9 segundos y 58 centésimas, triturando a todos sus rivales con el gran estadounidense Tyson Gay a la cabeza (9.71, nada menos). Talento, técnica y genética atienden al nombre de Usain Bolt, cuyas carreras se disfrutan también en cámara lenta. Hasta cinco hombres bajaron esa noche de la barrera de los 10 segundos.
6. Tenis. Torneo de Wimbledon 2008, final.
Con una duración de 4 horas y 48 minutos, los ases de la raqueta Roger Federer y Rafael Nadal entablaron un duelo en la hierba londinense para enmarcar. El suizo era entonces el número uno del ránking de la ATP. El español, el segundo. La partida fue un toma y daca continuo, un juego de poder a poder, imposible dirimir quién era mejor. Tal vez ganó el tenista de mayor fortaleza mental, y ahí el español es un maestro: 6–4, 6–4, 6–7(5–7), 6–7(8–10) y 9–7 para Nadal en su primer triunfo en Wimbledon. El partido confirmó la mayor (y sana) rivalidad tenística de todos los tiempos entre dos jugadores que todavía siguen en activo.
7. Ciclismo. Tour de Francia 1970, etapa 14.
Si la épica tiene un deporte, ese es el ciclismo. Nombres como los de Fausto Copi, Bernard Hinault, Miguel Induráin o Marco Pantani resuenan en las mentes de los amantes de los pedales, transportándoles a los picos de los Alpes y los Pirineos. No hay nada más sufrido, casi ninguna otra gesta deportiva resiste la comparación. El belga Eddy Merckx, ganador de 5 Tour, 5 Giro y 3 Vueltas, acometió en 1970 la ascensión de Mont Ventoux, empinadísimo y con rachas de viento. Dejó atrás a Agostinho y rodó hacia arriba en solitario hacia la meta. 'El Canibal' buscaba homenajear al inglés Tony Simpson, ciclista fallecido tres años atrás en las mismas cuestas debido al esfuerzo sobrehumano (y una mezcla de anfetaminas). Merckx se descubrió la cabeza al pasar ante el monumento en honor al malogrado inglés y ganó. "Siento fuego en el pecho, no puedo más", dijo, antes de acudir desfallecido al hospital.
8. Fútbol. Mundial 1986, cuartos de final.
El Estadio Azteca de la Ciudad de México fue testigo de una actuación portentosa a todos los niveles. La que protagonizó el dios futbolístico Diego Armando Maradona en un partido a cara de perro en medio de una rivalidad algo más que deportiva, pues el contrario, Inglaterra, representaba al enemigo en el campo de batalla de las islas Malvinas cuatro años antes. La tensión estaba servida. Y llegaron los dos goles más famosos de la historia del fútbol, ambos del astro argentino.
9. Atletismo. Juegos Olímpicos 1976, final 800 metros lisos.
Un caballo desbocado dio dos vueltas al óvalo y sorprendió al mundo. Respondía al nombre de Alberto Juantorena, el impresionante cubano de zancada renacentista que asombró a todos en Montreal tras realizar una hazaña a día de hoy revolucionaria: ganar en unos mismos Juegos dos pruebas de naturaleza distinta, una de velocidad y otra de medio fondo. Muchos dudaban de la capacidad del escultural velocista para imponerse en los 800 metros, carrera donde se conjugan resistencia, punta de velocidad y estrategia.
10. Baloncesto. Eurobasket 1995, final.
Una Yugoslavia reducida a serbios y montenegrinos volvía a las competiciones internacionales tras tres años de veto. En Atenas, el ambiente en el Palacio de la Paz y la Amistad era, como siempre, una olla a presión. Enfrente estaba la Lituania de mitos como Arvidas Sabonis, Šarūnas Marčiulionis o Rimas Kurtinaitis. El choque gestó aficionados al baloncesto aunque fueras natural de Katmandú.
Las penúltimas estrellas plavi como Divac, Đorđević, Danilović o la estrella naciente Bodiroga escenificaron un juego estratosférico, contestado en todo momento por una excelente Lituania que gozaba del favor del público heleno, pues Yugoslavia había eliminado a Grecia en semifinales. Fue pitar el árbitro el inicio del partido y la magia empezar. El base Aleksandar Đorđević condujo a los suyos hacia el oro continental con una actuación inmortal: 9 triples casi sin fallo (9/12) para un total de 41 puntos. Los genios balcánicos estaban de vuelta, 96-90 para los plavi.