Al igual que las grandes urbes, la España vaciada también se teñirá de morado. Cristina Cancho Moreno, miembro de la asociación Feministas de Pueblo, acudirá a la manifestación. Junto a sus compañeras, irán a Ciudad Real a protestar, en representación de la mujer en el campo.
En ese todas entra Feministas de Pueblo, fundada el 31 de enero de 2019, reivindica la existencia del feminismo dentro de los pueblos de Castilla-La Mancha, comunidad autónoma donde actúa. "Somos un grupo veterano de feministas activistas. Nos dimos cuenta que las mujeres del ámbito rural tenemos una especificidad propia que nos lo da el medio. Dificultad para desplazarnos, para compaginar la vida familiar, problemas en lo laboral…no los padecen de la misma manera en el ámbito urbano", comentó Cancho Moreno.
Medio rural se escribe en femenino en las franjas de edad más avanzadas, aunque cambian si nos fijamos en las intermedias. Aunque en el campo predominan las mujeres mayores de 75 años sobre los hombres; en edad activa, son más los varones. Es más, la tasa de actividad femenina es del 42%, por debajo de la masculina. Sin embargo, las trabajadoras hacen frente a más contratos temporales que sus compañeros, que, además, las superan en número en los consejos administrativos de cooperativas agroalimentarias, donde ellas solo representan un 3%.
"La mujer es una ayuda complementaria. Hay mucha precariedad. La incorporación de la mujer al trabajo es escasa", lamentó la activista.
Precisamente, en esto incurre López: "Si cogemos las estadísticas, el 30% de las propiedades de explotación son de mujeres. En las que no son propietarias, muchas veces simplemente se consideran una ayuda familiar, ni siquiera un empleo. Esto es una minusvaloración del trabajo de las mujeres en las explotaciones familiares". Esto hace que agricultoras y ganaderas muchas veces no coticen, lo que reduce su independencia.
Una manera con la que, además, se permite la revitalización del campo, cada vez con menos habitantes. Desde Fademur insisten en la necesidad de ayudas para el emprendimiento y que no sea imposible conseguir un crédito bancario, claves para que las áreas rurales puedas recuperarse y que, como dijo Cancho Moreno, nos desprendamos de la idea que "el éxito va unido a la ciudad".
"Nosotras tenemos una lanzadora de emprendedoras. Hay muchas mujeres que tienen ideas y que quieren quedarse en sus pueblos. Lo único que necesitan es que se les facilite el poder quedarse y la mayor parte de las veces se las ven y se las desean para conseguir financiación. Y, obviamente, no exigir lo mismo a una empresa como Hero que a un pequeño obrador de mermeladas", reivindicó López.
El rol femenino de cuidadora
La mayor ausencia de la mujer en el ámbito laboral puede venir dada por su traslado a la ciudad o por el poco reconocimiento profesional, pero también por la fuerte presencia de uno de los estereotipos que más afectan a la mujer en el campo y la ciudad: el rol de cuidadora.
Tanto Cancho Moreno como López concuerdan que la tradición obliga a las mujeres a cuidar a menores y mayores, algo que se podría evitar "si no existiera una gran carencia de servicios de cuidado en el campo".
Solo nosotras nos damos cuenta?? Las mujeres trabajamos hasta morir,no nos jubilamos nunca, sin cotizar por ello y sin reconocimiento. Nosotras sostenemos un sistema injusto y ha llegado la hora de cambiarlo. #CuidarEsUnTrabajo #CuidarLasCuidadoras #LasMujeresCuidamosGratis
— Asturies Feminista 8M (@Asturies8M) February 29, 2020
Esta clase de costumbres y tradiciones o, como dijo Cancho Moreno, "violencias normalizadas" son tan preocupantes como la física y más difíciles de erradicar. Que el hombre sea el que controla el dinero, la falta de reconocimiento del trabajo femenino o la infravaloración de las opiniones de la mujer son algunos ejemplos. Como explicó la activista, el hecho de que, en algún taller, a partir de las nueve de la noche todas se levanten porque tienen que irse a hacer la cena es simbólico.
No obstante, cada vez se levantan menos. La presencia de organizaciones feministas en áreas rurales ayuda a traer el feminismo a los pueblos.
"Hay mujeres que se hacen feministas después de alguna de nuestras actividades. Con el feminismo descubres que problemas que tu creías que te pasaban a ti, les pasan a más mujeres, que vienen provocados por la cultura patriarcal. Esto genera un sentimiento de empoderamiento", aseveró la activista, que considera básico que haya más mujeres feministas en el campo.
La activista de Feministas de Pueblo reconoció que "hay mujeres que viven violentadas durante 30, 40 o 50 años". Con sus actividades, como las iniciativas de Fademur, se les da una llave para que puedan salir de esto. Porque más allá de impulsar medidas de emprendimiento femenino, lo primero es saber reconocer el problema. Y expresiones como "¡Hoy se hace él la cena!", escuchada en algún taller de Castilla-La Mancha, pueden parecer baladíes, pero son tan significativas como los cánticos que cada 8 de marzo rugen en la Gran Vía.