El objetivo es aprovechar la rica biografía del "pai de santo" del culto candomblé para proponer una "contranarrativa", dijo a Sputnik, uno de los directores artísticos de la escuela, Leonardo Bora.
"En el contexto contemporáneo hablar de Joaozinho da Gomeia, que recibió el título de rey del candomblé, que era llamado por los suyos Rey Nagó, también es hablar de intolerancia religiosa, es algo que surge de forma orgánica", sostuvo.
Bora dirige junto a su compañero Gabriel Haddad un desfile que el próximo 23 de febrero contará con grandes carrozas, miles de integrantes disfrazados y vistosas coreografías.
Pero ante todo presentará un relato al servicio de una historia, la de una de las figuras más icónicas de la ciudad de Duque de Caxias, en la periferia de Río de Janeiro, donde se encuentra la escuela Grande Río y donde Joaozinho, al llegar procedente de Bahía, implantó su "terreiro" (templo) en la calle Gomeia, de allí su apodo.
Con apenas 16 años, fue iniciado en el candomblé, pero desde el principio fue visto con recelo por sus pares religiosos: era un hombre mestizo en una tradición de candomblé en aquel entonces dominada por mujeres y con una pertenencia africana muy enraizada, y además practicaba la vertiente del candomblé Angola, "visto en aquella época como más impuro", comentó Bora.
La fe de Joaozinho da Gomeia no estaba tan apegada a los dogmas y rendía culto a una rama más sincrética, donde había espacio para los caboclos y la "encantaria maranhense", otra tradición religiosa afroamerindia del norte de Brasil.
Sin miedo al qué dirán, este sacerdote mezclaba nomenclaturas de "orixás" (divinidades de los cultos afrobrasileños) de corrientes diferentes, bailaba en las ceremonias sagradas, era asiduo de las fiestas de carnaval e incorporaba orixás femeninos siendo un hombre, toda una provocación.
No solo encontró recelos dentro del ala más purista del candomblé.
"Su vida habla de intolerancia en sentido amplio: fue una persona nordestina (la región más pobre de Brasil), negra y homosexual", recordó Bora.
Uno de los episodios que generaron más polémica ocurrió en 1956, cuando Joaozinho actuó travestido de vedette en uno de los principales teatros de Río de Janeiro.
El escritor Jorge Amado (1912-2001), el compositor Dorival Caymmi (1914-2008) y los presidentes Getúlio Vargas (1882-1954) y Juscelino Kubitschek (1902-1976) solían visitar su terreiro en busca de bendiciones y consejos.
Hasta la reina Isabel II, antes de ser coronada, se interesó por él en una vista a Brasil.
Su terreiro en la calle Gomeia de Duque de Caxias ha desaparecido, pero su vida y su muerte siguen muy presentes en la identidad de la ciudad, según Bora.
"Su entierro marcó la memoria de Caxias: el cielo se llenó de relámpagos, había mucha gente incorporando entidades y cayendo en las catacumbas del cementerio, las golondrinas dibujaban símbolos en el cielo y hasta hubo un niño supuestamente llevado por el viento", dijo Bora, consciente del desafío que supondrá traducir en el desfile la memoria oral de quienes conocieron a Joaozinho.
En Duque de Caxias y otras ciudades de la periferia de Río la situación es especialmente grave: en los últimos años más de 200 casas religiosas de matriz africana sufrieron ataques de radicales cristianos.
Uno de los versos del "samba-enredo" (la canción que acompañará el desfile) se ha convertido en una de las partes más coreadas por los integrantes de la escuela en los ensayos, y hace referencia al "axé", la fuerza sagrada que tiene cada divinidad de estos cultos.
El verso dice: "Por el amor de Dios, por el amor que hay en la fe, yo respeto tu amén, tú respeta mi axé".
Las festividades de carnaval comienzan en Brasil este viernes 21 y se extienden hasta el 26, miércoles de ceniza, cuando se anuncie la escuela ganadora de la competencia oficial en el Sambódromo de Río de Janeiro.