Una de las "passistas" que lidera esa lucha es Rafaela Bastos, que baila desde hace casi 20 años en Mangueira, una de las escuelas de samba más tradicionales de Río de Janeiro.
Bastos es la autora de un estudio inédito sobre la percepción que las "passistas" tienen sobre ellas mismas; la investigación, premiada por la Fundación Casa Ruy Barbosa, arroja una conclusión clara: "Todas perciben que son "objetificadas", y al mismo tiempo están empoderadas. Ellas no se sienten objetos. Pero sabemos que la sociedad tiene esa mirada hacia nosotras".
Bastos entrevistó a 80 "passistas" de las principales escuelas de samba de Río —lo que equivaldría al 11% del total— y además del estudio realiza charlas ocasionales para concienciar a las niñas y adolescentes que quieren ser bailarinas de que no tienen que admitir según qué tipo de actitudes.
"A veces cuando bailo me piden hacer una foto solo de mi trasero. Yo sigo que no, ¿para qué? Eso ya es otro contexto, un contexto pornográfico. ¿Quieres porno?, les digo, tienes un mercado para eso. Y se quedan a cuadros", explica.
La bailarina lamenta que sufren, en versión extrema, lo que ocurre con la mayoría de mujeres, que son juzgadas en función de la ropa que visten: "Sufrimos con el hecho que piensen de que estamos exponiendo nuestro cuerpo, porque lo convierten en una invitación al acoso (…) Yo no estoy invitando a nadie a que me toque", remarca.
Bastos asume que vive en una contradicción: se ha convertido en un símbolo feminista, pero dentro del feminismo muchas mujeres la ven como enemiga por ceder al sistema y convertirse en objeto sexual.
Ella rechaza esta tesis y recomienda ante todo conocer mejor el mundo del Carnaval y la construcción histórica de la imagen de la mujer negra en Brasil.
Cada gesto tiene un sentido, un contexto, los vestidos no son siempre esos biquinis y las "passistas" son un elemento clave para explicar el "enredo" (el tema) elegido por la escuela de samba para el desfile.
Este año, por ejemplo, Bastos desfilo como musa —un nivel superior a "passista"—de Mangueira emulando a Oxum, la diosa del agua dulce en el candomblé.
Esto es lo que la mayoría de gente piensa, dice: "No somos inteligentes y exponemos el cuerpo por vanidad", lamenta sobre el prejuicio más generalizado.
También critica que cada vez constantemente tiene que recordar que es una "excelente" geógrafa licenciada en la universidad, como si ser bailarina profesional no le diera suficiente legitimidad para hablar. "Con las bailarinas de ballet no pasa esto", apunta.
En un país donde cada hora 500 mujeres sufren agresiones físicas —según Datafolha— Bastos subraya que aún queda mucho por hacer para poder celebrar el Día Internacional de la Mujer como una fiesta, y no solo en el mundo del Carnaval.
"La mujer en Brasil está en la base de la pirámide", resalta y cita la legalización del aborto y el respeto en el ámbito laboral como dos tareas urgentes.