Y es que no siempre el retorno al campo es tan idílico. El clima, la falta de vivienda o la escasez de servicios hace que vivir en un pueblo sea un auténtico reto. No todos los que huyen de las urbes tienen las mismas necesidades. Una familia con hijos igual busca un colegio cerca. Una persona que padece reuma no querrá vivir en zonas húmedas. Para otros, la presencia de una biblioteca es fundamental.
''La idea es dar una imagen rápida sobre lo que hay en los micropueblos. Principalmente, tiene un uso de difusión. La gente tiene que ver lo que hay'', comentó Maria Carme Freixa, colaboradora en el proyecto Hamlets y miembro del consejo asesor de la Associació de Micropobles de Catalunya.
Así, GISASH es un mapa digital con el que se pueden encontrar que estos micropueblos y ver como son. Además, incluye una ficha de presentación sobre cada población con datos como el número de escuelas, centros de salud, piscinas públicas o farmacias con los que cuentan. También se muestra el tipo de vivienda disponible, los trabajos que se puedan realizar o sí se están llevando a cabo proyectos sociales o medioambientales.
Un bon passeig a través de les cites històriques del #FONSHL per a conèixer millor la Vall de la Riera de Merlès, el passat industrial del Ter i els nuclis disseminats de la Vila de Les Llosses.#Hamlets #GISASH #Micropobles #MicroCatalunya pic.twitter.com/u70wxeLlHl
— LIGIT (@LIGIT_UAB) July 17, 2019
Para dar esta información se utilizan cuatro bases de datos estadísticas públicas: IDESCAT, INE, EUROSTAT y CORINE Land Cover de la Agencia Europea del Medio Ambiente. ''Hay una conexión online con estas bases y la información siempre está actualizada'', confirmó Freixa, aunque, de momento, no todas las localidades cuentan con una ficha.
Vocación internacional
GISASH es ahora mismo el único sistema de acceso público y gratuito para el estudio de los micropueblos de Europa. Según la línea de investigación del proyecto Hamlets, este plan quiere ser aplicable a nivel continental y ya trabajan con datos de regiones del sur de Francia y el norte de la isla de Irlanda. ''La idea es que se expanda por España y Europa, ya que el problema de la despoblación es algo que afecta a todo el mundo'', explicó la asesora de la Associació de Micropobles de Catalunya y vecina de Vallfogona de Ripollès, una de las 336 localidades catalanas en las que viven menos de 500 personas.
Y es que más allá del valor científico del proyecto, incluso como base para medios de comunicación o viajeros según Freixa, este ayuda a construir puentes. Lazos entre gente cansada del ajetreo de la ciudad y unas localidades que recurren a la tecnología para buscar nuevos vecinos y así detener el imparable éxodo del campo a la ciudad.
''En Vallfogona, entre los 60 y 70 se fue mucha gente para trabajar en las fábricas y servicios de Ripoll. Sin embargo, en los últimos 20 años, hay gente que está viniendo a vivir al pueblo, atraídos por la calidad de vida. Algunos pasaron de tener una segunda residencia a quedarse Vallfogona. Otros son extranjeros que se han acabado estableciendo'', aseguró la colaboradora del proyecto Hamlets.
Escenarios que intentan recuperar aquello que las ciudades les arrebataron años atrás. Las escuelas llenas de niños, la tienda abierta, la gente en la plaza más allá de las vacaciones… Imágenes que recuerdan que lugares como Vallfogona del Ripollès o Cantallops, antaño, eran más pueblos que 'micro'.
