Hasta el punto de que al final la historia del jabón llegó al ámbito literario y cinematográfico. El encuentro con uno de los supervivientes del Holocausto que tuvo lugar en 2002 en Manhattan fue el que inspiró al dramaturgo estadounidense Jeff Cohen a escribir El Mito de Jabón (The Soap Myth).
La obra de Cohen se enfoca en la amistad entre Milton Saltzman (personaje basado en Spitzer) y una joven periodista. Esta reportera se debate entre la simpatía que siente por Saltzman y la opinión de muchos académicos acerca de que —a pesar de la existencia de extensos testimonios y evidencias— han dejado de creer que los nazis se dedicaban a producir jabón a partir de la grasa humana.
No obstante, la mayoría de los historiadores no cree que los nazis se dedicasen a fabricar jabón, y consideran esa historia parte los mitos de la Segunda Guerra Mundial.
Spitzer asegura que en su poder obró una fotografía en la que se podía observar una procesión funeral de 1946 en la localidad romana de Sighet. En la instantánea, hombres trajeados y con sombreros negros cargaban un ataúd. Spitzer, que había estado allí, afirmó que el ataúd estaba lleno de las barras de jabón hechas de la grasa de los judíos asesinados.
En una escena, la investigadora del Holocausto Esther Feinman, interpretada por la actriz Tovah Feldshuh, pierde su paciencia y gruña a Saltzman, interpretado por Ed Asner.
"He dedicado mi vida a honrarte a ti y a todos los afectados por el Holocausto. Pero también tengo un trabajo que hacer. La cuestión del jabón ya no reúne nuestros estándares de criterios probatorios", grita.
A lo que Saltzman responde balbuceando: "¿Estándares de criterios probatorios? ¿Qué demonios significa eso? ¡Hay testimonios oculares! ¡Hay una fotografía! ¡Yo estuve ahí! ¿Estabas allí tú? ¡No, tú no estabas! ¡Soy testigo!".