El agua, recuerda Don Patricio, era tan helada que decidió llamar Laguna Fría a aquel paraje ubicado literalmente en el medio de la Patagonia. Perpetuando los usos y costumbres de su cultura mapuche tehuelche para no perder su identidad, más de 100 años después, cuatro generaciones de Huichulef no se han despegado de las pocas leguas que el Estado les "permitió" tener. Es decir, lo permitió bajo una tenencia precaria de la tierra "hasta que se reconociesen argentinos".
Pero en los últimos tiempos, a Don Patricio, y los suyos le han venido pasando una serie de sucesos que conspiran contra su modo de vida en el campo. Laguna Fría ha pasado de 25 casas habitadas a solo seis que sobreviven equilibrando, como siempre, lo producido con las necesidades familiares. Por empezar, la laguna se ha secado por la sequía que azotó a la región en la primera década del siglo XXI.
Luego, en 2011, como si fuese una maldición, la erupción del volcán Puyehue de Chile cubrió la meseta de cenizas a gran parte de sus ovejas. Se estima, por otro lado, que en la zona de Telsen, donde queda Laguna Fría, se han perdido más de 300.000 ovejas y borregos en campos como el de Don Patricio. La cifra es aún mucho peor si se analiza la meseta completa: el 70 % de los animales han desaparecido también porque surgieron predadores como zorros colorados, pumas y jabalíes.
Si bien el cambio climático contribuyó a deteriorar la situación, el ciclo neoliberal que vivió Argentina en las últimas décadas afectó a la industria textil, junto con el colapso de los precios del mercado de lana en los años 70, lo que disminuyó los ingresos de familias como los Huichulef que viven de sus ovejas. Es lo que explica la historiadora Ana María Troncoso, autora del libro Todavía No sobre la meseta central de Chubut.
Se calcula que la población media en la meseta es de poco más de 7.000 personas después de haberse reducido sostenidamente entre 1947 y 1991, informa el investigador Christian Hermosilla Rivera. Por eso, según la historiadora Troncoso, insistir con que zonas como estas se encuentran "despobladas sirve para justificar la entrega de recursos naturales (como minerales) y la intervención arbitraria del Estado y de empresas para explotarlos".
Los años Macri
Los años del Gobierno de Mauricio Macri (2015-2019) parecen haber conspirado contra la posibilidad de que el número de habitantes en la meseta se estabilizaran.
Brian Montenegro, de 25 años, es de Blancuntre, una aldea escolar, a pocos kilómetros de Laguna Fría, construida por el Ministerio de Educación para que los hijos de los pobladores rurales como Don Patricio pudieran hacer la primaria. A poco de terminar la escuela debió irse hacia Tecka, un pueblo cercano, para terminar con sus estudios secundarios y luego a Trelew para iniciar una carrera universitaria.
"Blancuntre es una sombra de lo que fue. Solo quedan los mayores de 30 que tienen una vida hecha en el pueblo. Los demás, como mis compañeros de escuela, se han ido a trabajar a la ciudad", relata.
"Da tristeza volver porque ya no quedan muchas de las familias que antes vivían allá", agrega Brian, a quien solo le queda una hermana (de una familia de cinco hijos) viviendo en la aldea de 80 habitantes.
Los avatares de la vida han querido que su historia lo encontrara de chofer en una línea de buses en Trelew conviviendo con su pareja, a quien conoció en un baile en Gan Gan, otro pueblo cercano a Blancuntre. La carrera universitaria está a su espera.
Se emociona igual con lágrimas recordando que perdió un año de escuela cuando vivía de pequeño en el campo de su abuelo en Quichaqui, cerca de su pueblo. Hasta que esas tierras se vendieron a la minera Pan American Silver, por ubicarse el segundo mayor yacimiento de plata y plomo del mundo. Los expulsaron con policías y un juez, pese a que su padre había acordado con la empresa que seguiría trabajando unas pocas leguas del campo.
La melancolía de esa vida es lo que hace a Brian querer que su hijo sepa lo que es subirse a un caballo e ir hacia la nada sin ningún tipo de peligro. "No tenemos mucho, pero tampoco es nada", concluye.
El abandono del Estado argentino
Pueblos como los de Telsen, de donde viene Celeste Lillo, de 26 años, sufrieron la quita de subsidios a los combustibles y los tarifazos eléctricos ordenados por Macri. Como en Blancustre, las deudas de las cooperativas a cargo del servicio eléctrico generaron cortes por bastante tiempo en una zona árida y fría, a 300 kilómetros de la ciudad más cercana.
En 2015, tres días después de que visitara el despacho de un alto funcionario del Gobierno local para impulsar a Telsen como polo turístico, cayó la mayor precipitación registrada en su historia. El mundo se vino abajo para sus pobladores: la inundación se llevó 200 árboles, casas enteras, animales y la vida de dos personas.
"El trabajo familiar de campo de dos o tres generaciones se perdió por completo", recuerda Celeste en diálogo con Sputnik.
De su cabeza no se va la imagen de cinco muchachos cabalgando a contracorriente para rescatar a una vecina que, desbordada por el fenómeno, puso el cadáver de su marido encima de una heladera para no perderlo en el aguacero.
"Fue terrible porque sucedió justo cuando el pueblo se reactivaba en la producción agrícola; todos tirábamos para el mismo lado, para que creciera. Luego se generó un espíritu de unidad y solidaridad nunca visto, pero también una gran depresión social que no fue atendida por el Estado", sostiene.
Según Celeste, ninguna de las ayudas nacionales o provinciales sirvieron para rescatar el trabajo de generaciones en el campo. La joven evalúa que la población local disminuyó de 653 habitantes a poco más de 400. Las propiedades rurales abandonadas allí engrosan la cifra del 40 % que tiene la meseta central de Chubut.
Cinco años después, solo dos de los cinco hermanos de Celeste aún viven en Telsen. Una hermana fue despedida por los recortes de Macri en el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria. Celeste, por su parte, partió a estudiar locución en Trelew. Hoy es conductora de una de las principales radios de la ciudad.
Sueña, sin embargo, con devolverle a su pueblo un poco de lo que le dio. Regresar a dar talleres de radio, gestionar proyectos para Telsen, concientizar sobre la violencia de género. Sueña también con mostrar turísticamente lo que es su pueblo. "Lo que somos, lo que hacemos", dice orgullosa.
La palabra olvido cala hondo en quienes sienten la necesidad de dejar atrás su pasado, pero no en quienes anhelan regresar alguna vez a su tierra.