Los campos funcionaban como fábricas de la muerte, pues en ellos se asesinaban a miles de personas. Se construían según varios proyectos especiales con una cierta capacidad para exterminar a un número determinado de personas.
Los campos de mayores dimensiones eran los de Auschwitz, Chelmno, Treblinka, Belzec, Sobibor, Majdanek en la Polonia ocupada y Buchenwald, Dachau y Ravensbruck en Alemania.