Políticos, analistas y editorialistas del llamado "mundo occidental" que antaño denunciaban a Estados Unidos como el gendarme del planeta se manifiestan ahora decepcionados por "el vacío dejado por Washington en ciertas regiones del globo". Este es el caso de Libia, donde diferentes países están implicados en el apoyo de una de las dos facciones que se disputan el poder en un conflicto armado que ha provocado ya más de 2.000 muertos y 160.000 desplazados, según la ONU.
El derrocamiento a bombazos del líder Muamar Gadafi, a manos de "liberadores" occidentales dejó al país en manos de diferentes facciones que ocho años más tarde se reagrupan principalmente en dos entidades: el Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN), de Fayez Sarraj, reconocido por la ONU, y el autodenominado "Ejército Nacional Libio", dirigido por Jalifa Haftar, exdirigente militar exiliado por Gadafi, considerado como el verdadero "hombre fuerte" del país y del que se dice recibe apoyo de París y Moscú.
Sarraj y Haftar estuvieron presentes en la conferencia de Berlín sobre Libia del 19 de enero, pero se negaron a sentarse en la misma mesa e incluso en permanecer en la misma sala. Ello da una idea del escaso avance que permitió la reunión auspiciada por Angela Merkel, tras sus contactos en Moscú con Vladímir Putin.
Hablar de poner fin a la intervención extranjera cuando todos los participantes intervienen, de una u otra manera y van a seguir interviniendo en Libia, es una figura retórica obligada en la redacción de un texto final que no quiere admitir el escepticismo. El punto que hace referencia al "alto el fuego permanente" ya fue desmentido horas más tarde en los alrededores de la capital, Trípoli.
Siendo generosos y pacientes con los redactores del comunicado final, se puede dar un margen de confianza a la creación de un comité militar que vigile el respeto del alto el fuego firmado en Berlín.
Guerra de drones
Otro punto de los 55 que componen los acuerdos firmados en la capital alemana abogan por el fin de las operaciones aéreas en un conflicto que especialistas han definido como una "guerra de drones". Los Emiratos Árabes Unidos no desmienten el aprovisionamiento de misiles chinos al bando de Haftar; drones enviados por Ankara llegan en contenedores a Misrata para uso del Gobierno de Sarraj.
La pretensión de "disolver las milicias" es otro motivo de sonrisa sino fuera porque la situación es dramática desde el punto de vista humano. Este apartado está directamente ligado a otro, "el reparto equitativo de las riquezas", la tarea más difícil de llevar a cabo.
El presidente francés, Emmanuel Macron, que lleva intentando desde hace meses implicarse como mediador entre ambas facciones, criticó en Berlín el envío de mercenarios sirios pagado por Turquía. Son parte de las mismas fuerzas que Ankara utiliza en el norte de Siria para combatir a las milicias kurdas. Según publicó el diario británico "The Guardian", Ankara ofrece a cada combatiente sirio 2000 dólares al mes, asistencia sanitaria y pasaporte turco.
País sin estado, rico en petróleo y objetivo geoestratégico
Negocio petrolero, mercado de armas, zona de influencia geopolítica, barrera de contención del yihadismo en el Sahel, Libia representa un objetivo clave en el Mediterráneo y en el Magreb para potencias de primer o segundo orden. Demasiado botín para ser repartido en paz. Demasiados intereses contrapuestos para llegar a acuerdos negociados.
🇱🇾 Sputnik habló con Andréi Chupriguin, profesor de la Escuela de Estudios Orientales de la Escuela Superior de Economía, para saber por qué esta reunión tan importante sobr el conflicto libio se celebra en Moscú 👇 https://t.co/nhH676bt70
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) January 13, 2020
Algunas voces empiezan ya a hablar de un conflicto similar al de Siria, con intervención directa o indirecta de varios países. La gran diferencia entre el caso libio y el sirio es que en Damasco existía un gobierno que no fue derrocado a pesar de las intenciones de algunas capitales occidentales, a pesar de los deseos entonces de Turquía y a pesar de la guerra proclamada por los islamistas del ISIS contra el Gobierno de Bashar Asad.