El cantante fue declarado muerto a las 3:30 p. m. en el Baptist Memorial Hospital en Memphis. El ataúd abierto con su cuerpo fue colocado en su casa Graceland para que los fans pudieran despedirse de él. El peluquero de Elvis, Larry Geller, le hizo el último maquillaje.
La joven tenía un último regalo especial que quería que su padre conservara siempre con él, según el director de la funeraria, Robert Kendall.
Lisa se había acercado al ataúd, pero nunca levantó los ojos para mirar dentro, contó más tarde. De repente, ella preguntó si podía darle algo a su papá.
Ella extendió su mano y mostró un delgado brazalete de metal, una pulsera, pero Kendall y Priscilla no se entusiasmaron con que se dejara un objeto de valor cerca del cuerpo en un ataúd abierto.
Sin embargo, Kendall cedió y acompañó a la joven hasta el ataúd y le preguntó adónde quería que fuera el brazalete. La niña señaló la muñeca derecha. Kendall levantó el brazo derecho de Elvis y puso la joya.
Ella le preguntó entonces si se quedaría en ese lugar para siempre y él respondió que sí.
Cuando Lisa Marie salió de la habitación, Priscilla Presley pidió que el brazalete se ocultara bajo la manga de la camisa de Elvis. Una precaución, en caso de que cualquier fan de repente tratara de tomar un último recuerdo.
Después de que se permitió la entrada al público, se estima que unas 30.000 personas pasaron por la casa en solo unas horas. Aunque el padre de Elvis amplió las horas de visita, ni siquiera la mitad de los que esperaban afuera pudieron entrar para despedirse.