"Una estela turbulenta podría ser una de las causas [del siniestro]", dijo Sapárov.
Comentó que un minuto antes del despegue del Fokker-100 había despegado desde la misma pista un Airbus de otra compañía kazaja, Air Astana, que pudo haber creado estelas turbulentas.
"Hasta el último momento los pilotos intentaron despegar y superar esa fuerza exterior", afirmó el director del servicio de vuelos de Bek Air.
Otro representante de esa empresa, Nurlán Zhumasultánov, quien no reveló su cargo, comentó que el intervalo de tiempo entre el despegue de un Fokker-100 y el de un avión tan pesado como Airbus debe ser, según la documentación, un minuto o dos.
"Es probable que en el futuro, ya conociéndose los resultados de la investigación, se necesite aumentar ese intervalo hasta tres o cinco minutos", opinó.
Señaló además que la situación se vio agravada por la falta de viento en el momento del accidente.
"El viento habría disipado la estela turbulenta", explicó Zhumasultánov.
La estela turbulenta, también llamada chorro en torbellino o vórtice de punta de ala, es un flujo de masas de aire agitadas que desciende de los extremos de las alas, del estabilizador de cola y de otras superficies del avión.
El verse en medio de una estela turbulenta es, como regla, algo inesperado para los pilotos, que muchas veces lo interpretan como un fallo del sistema de mando y control.
El 27 de diciembre, un avión Fokker-100 de la línea aérea kazaja Bek Air que cubría la ruta entre Almaty y Nur-Sultán con 98 pasajeros y cinco miembros de la tripulación a bordo, no pudo ganar altitud tras el despegue, atravesó una valla de hormigón y chocó contra un edificio de dos pisos, que afortunadamente estaba vacío.
El accidente se cobró la vida de 12 personas y causó medio centenar de heridos.
Hasta que se aclaren las causas del siniestro, las autoridades han suspendido los vuelos de aviones Fokker-100 en Kazajistán.