La Unión Europea es una comunidad dividida, al menos, en tres partes desiguales. Están los del norte, países netamente industrializados; están los del sur, países que sólo pueden optar a ofrecer servicios. Y luego están los del Este, donde los países que integran el grupo de Visegrado van por libre y rechazan acatar algunas normas y decisiones del bloque. Aunque siempre la dan la bienvenida a las partidas de dinero.
Y es que Alemania se enfrenta a un problema recurrente de falta de trabajadores cualificados, agravado en los últimos meses. El 'debe' se sitúa en casi un millón y medio de puestos sin cubrir, algo que ha empujado al país teutón a echarse a una búsqueda frenética de mano de obra ante los temores de una fuga de empresas. Para resolver el desaguisado, Alemania quiere volverse un "país de inmigración".
Así, su canciller, Angela Merkel, reconoció que en caso de no encontrar soluciones, "las empresas tendrán que migrar y es lo último que queremos".
El economista sostiene que los países del sur "tienen unas economías mucho más débiles que no están no centradas en la industria como en el norte, sino centradas fundamentalmente en los servicios", concluye José Luis Carretero Miramar.