Olmedo Beluche, profesor de sociología, estaba la víspera de la invasión en una reunión política que se prolongó hasta entrada la noche. Debatían si los rumores sobre la intervención eran ciertos, pero la mayoría de los presentes no lo creía posible. Beluche pensaba que la invasión se produciría y, al volver a su casa, cerca de la medianoche, empezó a escuchar las bombas.
"En la madrugada, junto con gente de partidos de izquierda, hicimos una declaración en la única emisora que quedó al aire, pero que luego fue bombardeada. Vivimos esos cuatro días de guerra donde pasó mucho de lo que después se hizo en Bagdad", dijo Beluche, autor del libro Testimonios de una Invasión, en el que vierte relatos de primera mano de los sobrevivientes y testigos.
El fin de la Guerra Fría y el giro ideológico
La invasión a Panamá consolidó ese cambio de signo político en Centroamérica.
Se venía de diez años de euforia, tras el triunfo, en 1979, de la revolución nicaragüense y la llegada al poder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Llegaba a su fin la dictadura de Anastasio Somoza, que dominaba el país desde los años 30, y por primera vez desde el triunfo de la Revolución Cubana 20 años antes, tomaba el poder una guerrilla que había derrotado al ejército más fuerte de la región, respaldado por EE UU.
Este triunfo abrió un tembladeral en Centroamérica, cuestionando el dominio de lo que Washington siempre consideró su "patio trasero". La perspectiva, en los primeros años de la década de los 80, era la de un posible triunfo del movimiento guerrillero Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) en el vecino El Salvador.
EEUU estaba atado de pies y manos para intervenir militarmente, como había sido su costumbre de un siglo en República Dominicana, Granada, Guatemala, Bahía Cochinos. El gigante del norte aún no se recuperaba de la derrota militar en Vietnam en 1975, cuando una guerrilla doblegó al ejército más poderoso del mundo, obligando a sus soldados a huir por los tejados en Saigón, causándole decenas de miles de muertos y desatando un masivo movimiento juvenil contra la guerra en todo Norteamérica.
En El Salvador, tras 12 años de guerra civil, el FMLN negoció en 1992 la paz con el Gobierno, y desde 1989 el partido de la ultraderecha ARENA mantuvo el poder hasta 2009.
En ese contexto internacional y regional, el Gobierno de George H.W. Bush (1989-1993) quiso ejercitar los músculos. Panamá sería la primera prueba de la recuperación posterior a la catástrofe de Vietnam y un test para ver si la potencia mundial podía volver al combate.
El canal más importante de América
EEUU justificó la Operación Causa Justa diciendo que era para sacar al general Manuel Noriega y luchar contra la droga. Noriega, que había trabajado para la CIA, ahora se había convertido en un molesto estorbo.
Para Beluche "es falso lo que se ha querido presentar de que EEUU ha querido restablecer la democracia y combatir el narcotráfico".
Según el sociólogo panameño, hubo "una relación directa" entre la invasión y la necesidad de Estados Unidos de mantener el control sobre el Canal de Panamá, la comunicación interoceánica más importante del continente.
En 1968, el general nacionalista Omar Torrijos dio un golpe de Estado y gobernó Panamá hasta su muerte en un extraño accidente aéreo en 1981. Durante su mandato se firmaron los históricos tratados Torrijos-Carter de 1977 que restituyeron al país el control sobre la Zona del Canal.
Además de ser una zona económica privilegiada, por consistir en el principal canal navegable interoceánico del continente, la Zona del Canal fue la sede del Comando Sur del Ejército de EEUU (Southcom) y de la tristemente célebre Escuela de las Américas.
Allí se entrenaron los militares latinoamericanos que, durante las décadas del 70 y el 80 impusieron un cono de sombra en el continente, eliminando los sistemas democráticos y provocando miles de muertos y desaparecidos.
Los tratados Torrijos-Carter entraron en vigor en 1979 y EE UU se retiró definitivamente el 31 de diciembre de 1999. En el medio, se produjo la intervención militar de 1989.
"Después de la invasión, en un país intervenido por los norteamericanos, se produjo la decisión de crear un título en la Constitución panameña sobre el Canal que separa la administración del Canal del pueblo panameño, le crea una autonomía sobre la que no se puede intervenir y ahora la gente se queja de que tenemos una especie de Zona del Canal sin norteamericanos", explicó Beluche.
Se refería al Título XIV de la Constitución panameña, que creó la Autoridad del Canal de Panamá para administrar la zona y la cuenca hidrográfica, exenta de impuestos, con un presupuesto separado y un régimen laboral especial.
Todo este operativo quisieron dibujarlo con la pretexto de la lucha contra el narcotráfico. "Una de las lecciones del Pentágono de la guerra de Vietnam fue controlar los medios de comunicación y hubo mucha tergiversación, se trató de presentar la invasión como que no había víctimas sino delincuentes armados por Noriega y que su muerte había sido justificada", comentó.
Sin embargo, hay una lista de "por lo menos 560 personas con nombre y apellido fallecidas", aunque oficialmente no ha habido una investigación y cerca de 20.000 personas que perdieron su vivienda en el céntrico barrio El Chorrillo de la capital panameña, agregó.
¿Un ensayo antes de Bagdad?
La brutal intervención militar en una capital densamente poblada como Ciudad de Panamá fue un anticipo de lo que EEUU haría en la Guerra del Golfo un año después, en 1990, y mucho más tarde también en la invasión a Irak y su capital, Bagdad, en 2003. "Se usaron métodos que después en la Guerra de Irak se utilizarían de manera más masiva, como el control de los medios de comunicación", ejemplificó Beluche.
De acuerdo con el sociólogo panameño, "está comprobado que en Panamá se experimentaron armas nuevas que después se utilizaron en las dos guerras del Golfo como los proyectiles dirigidos por láser y los aviones stealth (fantasma)".
"EEUU promovió el saqueo como una manera de controlar el conflicto armado y la resistencia —que no fue mucha y era desorganizada—, porque el Estado Mayor de Noriega abandonó a las tropas a la suerte. Los que pelearon lo hicieron como una decisión personal", concluyó el autor de Testimonios de una Invasión.
Tras la invasión a Panamá, EE UU disolvió las Fuerzas de Defensa y dejó al país sin ejército, un símil de lo que realizaría en Irak en 2003, al disolver el ejército de Saddam Hussein.