"Las bombas me despertaron", recordó Marco Gandásegui, en diálogo con Sputnik, sobre aquella noche del 20 de diciembre de 1989 en que EEUU decidió iniciar una invasión militar en Ciudad de Panamá.
Uno de los objetivos más atacados por los estadounidenses fue el Cuartel Central de las Fuerzas de Defensa, nombre con el que se denominaban las fuerzas armadas al servicio del dictador panameño Manuel Antonio Noriega, que gobernaba el país desde 1983.
El Cuartel Central estaba ubicado en El Chorrillo, uno de los barrios más populares en el centro de la Ciudad de Panamá, que sufrió importantes destrozos durante los ataques estadounidenses.
"La única defensa era a punta de rifles y pistolas que le disparaban a los aviones y los helicópteros que sobrevolaban", rememoró el académico. Y no eran aviones y helicópteros cualesquiera: la incursión en Panamá permitió a la Fuerza Aérea de EEUU estrenar los bombarderos F-117 Nighthawk y los helicópteros de combate AH-64 Apache, que años más tarde serían utilizados en las guerras del Golfo, Afganistán e Irak.
El bautismo de las nuevas aeronaves estadounidenses dejó más de 400 bombas sobre la zona de El Chorrillo, de acuerdo a las mediciones que registró en aquel momento el sismógrafo de la Universidad de Panamá.
"Panamá fue un laboratorio militar para EEUU y un intento del entonces presidente George H. W. Bush para mejorar su posición en las encuestas, ya que en EEUU se premia a los políticos que se muestran 'duros'", analizó Gandásegui.
El presunto objetivo de la invasión estadounidense era capturar a Noriega, acusado por EEUU por los crímenes de extorsión y narcotráfico. A pesar de la abrumadora llegada de efectivos, el gobernante no fue detenido por los estadounidenses hasta el 31 de enero, cuando se entregó.
Gandásegui recordó que en aquel momento la búsqueda de Noriega era "el discurso oficial del Gobierno norteamericano" para justificar la intervención. Sin embargo, el propio dictador había tenido el apoyo de Washington al comienzo de su gestión.
A pesar de ya haber transcurrido 30 años, muchos de los detalles de la invasión estadounidense aún permanecen sin esclarecerse. Uno de ellos es la cantidad verdadera de muertos que dejaron los ataques de la fuerza de ocupación. "Ni en EEUU ni los sucesivos gobiernos de Panamá han querido hacer un estudio oficial de cuántos muertos hubo", apuntó. En efecto, las cifras de muertos varían entre 500 y 600 muertos y miles de heridos, muchos de ellos civiles.
Para Gandásegui, la gravedad de aquella invasión excede la cantidad de muertos, dado que "aunque hubiera sido uno solo habría sido suficiente porque EEUU no tenía ningún derecho de invadir militarmente a Panamá".
Después de la invasión
Oficialmente, la invasión terminó el 31 de enero de 1990, cuando las tropas estadounidenses sacaron a Noriega del país. La ocupación también dejó en la Presidencia a Guillermo Endara, que asumió el cargo en una base militar estadounidense.
El sociólogo lamentó que la consecución de gobiernos democráticos en Panamá no logró que el país pueda hacer una revisión crítica de lo sucedido durante la invasión. "Es que todavía estamos bajo condiciones prácticamente de ocupación", sostuvo.
Gandásegui apuntó que la influencia de EEUU es "aplastante" en el país, tanto por parte del Departamento de Estado como del Comando Sur de sus fuerzas armadas.
"El pueblo panameño ha estado y está siendo sometido a fuertes presiones en forma permanente pero más temprano que tarde se va a liberar de esta dominación norteamericana", reivindicó Gandásegui.
Al mismo tiempo, aclaró que los panameños no buscan "un enfrentamiento" con EEUU sino una relación de "entendimiento".