Equipados con drones resistentes a las condiciones extremas del Ártico, el equipo pudo documentar el flujo de agua hacia la grieta. En tan solo cinco horas, el volumen equivalente a 2.000 piscinas olímpicas se escurrió por la fractura como una especie de desagüe, y el lago se redujo a un tercio de su volumen original.
Los científicos aseguran que esto ha provocado una mayor inestabilidad en la que se considera la segunda capa de hielo más grande del mundo, y el mayor contribuyente al aumento global del nivel del mar.
A medida que aumenta el calentamiento global, miles de lagos se forman y cubren la superficie de la capa de hielo de Groenlandia. Cuando se topan con grietas pueden drenarse hacia las profundidades en cuestiones de horas. Como consecuencia, cascadas kilométricas y profundas afectan la sensibilidad en la base de los glaciares.
New article from @TomChudley et al., working with colleagues from @AU_CfG and @scottpolar as part of the @ERC_RESPONDER project to record in-situ supraglacial lake drainage from fast-flowing ice in Greenlandhttps://t.co/prByZzTLdO pic.twitter.com/sJet5n3Kx1
— AU Glaciology (@AU_CfG) December 3, 2019
Cuando un lago desaparece se crean cavernas conocidas como moulins, que permanecen abiertas durante el resto de la temporada de deshielo y favorecen el descenso de las aguas. Este evento ha sido observado en raras ocasiones, pero es una evidencia importante de cómo el agua del deshielo provoca la formación de nuevas fracturas y la expansión de otras ya existentes, lo que puede llegar a provocar una catástrofe.
Poul Christoffersen, el científico al frente de la expedición al Ártico, destacó que "estos glaciares ya se están moviendo bastante rápido" y hasta "puede no parecer tan dramático" pero tiene un efecto bastante significativo.
Los hallazgos prueban que los glaciares en Groenlandia sufren los efectos del deshielo en mucho menos tiempo de lo que se creía.