Sofía tenía 19 años cuando comenzó a salir con su novio maltratador. Él era y es un personaje político y público de Venezuela. Ella, una joven que acababa de entrar en la universidad. Un día fue a una conferencia que él impartía, se hicieron una foto, él le dio like en sus redes sociales, la invitó a salir y comenzaron una relación que duró tres años.
"La primera vez que noté algo raro fue cuando se enfadó mucho porque le había contado a una amiga que había salido con él", cuenta.
A partir de ahí comenzó el clásico del modus operandi de los maltratadores: "A los cinco meses de comenzar la relación yo ya no veía a nadie. Me aisló completamente de mis amigos. Ellos me llamaban y yo les decía que andaba ocupada, pero no era verdad. No quedaba con ellos porque a él le molestaba".
Y no solo le molestaba, también tenía el clásico discurso de "ellos/ellas no te quieren como yo" o "ellos/ellas no te pueden dar lo que yo puedo darte". Le prometía amor y trascendencia política en un país donde la política es casi todo para muchos.
Sofía era una joven que para colmo tenía una situación familiar nada favorable. Se fue de casa y su novio, bastante mayor que ella, la acogió. Le dio techo, amor (o eso pensaba ella) y trabajo; porque Sofía, que es especialista en gestión de redes sociales, comenzó a trabajar en el medio digital que su compañero dirigía. El bucle vicioso fue completo porque su dependencia era total y los malos momentos se compensaban con viajes, cenas y caprichos. "Me resolvía la vida", cuenta.
Quizá el primer-peor capítulo llegó al poco tiempo de empezar a salir juntos, cuando todavía la relación se estaba definiendo y tornándose pública. Él todavía no había dejado a su anterior novia y Sofía seguía hablando, de vez en cuando, con el chico con el que estaba antes de conocerle a él. Algo normal en cualquier proceso de separación.
"Un día él descubrió que estaba hablando con mi ex y se enfadó tanto que me reventó el teléfono contra la pared. Después de eso, me dijo que la única manera que había para que me perdonase era haciendo algo por él". Y lo que Sofía tuvo que hacer fue meterse en la cama con su novio y otra chica desconocida. "Me obligó a hacer un trío".
Aquella madrugada, después de que los tres tuvieran relaciones sexuales, Sofía le dijo que nunca iba a perdonarle que le hubiera hecho eso. "No me gustó. Me metió a aquella tipa que no conocía de nada en la cama y tuve que hacerlo". Cuando ella le amenazó con dejarle por este episodio, él le dijo que no se pusiera así, que iban a llevar a la otra chica a su casa y que después de eso la dejaría a ella en casa de su papá, si es que eso era lo que quería. En el camino, cuando se hubieron deshecho de la otra, "él se arrodilló, me pidió perdón, me dijo que me amaba a mí y me convenció. Nunca me llevó donde mi papá".
Sofía cuenta que ella era "como su rehén". "Me dejaba en casa mientras él se iba con todas sus amantes. Yo sabía que estaba con muchas mujeres pero lo soportaba por miedo a su reacción y porque estaba enamorada".
En una discusión, un día, él le pegó una bofetada y ella se asustó. Él se fue de la casa diciendo "yo no puedo permitir esto" y a Sofía le entró tanto miedo que llamó a una amiga y se lo contó para que fuese a buscarla. Antes de que su amiga la rescatase, él volvió y la pidió perdón. Sofía le perdonó, apagó el teléfono para que su amiga no pudiese ir a buscarla y no tener que darle explicaciones y comenzaron de nuevo el círculo tóxico de maltrato.
Violencia de género en Venezuela
En Venezuela, se han registrado 133 asesinatos de mujeres por violencia de género en lo que va de 2019, según el movimiento feminista La Quinta Ola. Si atendemos a los datos que da el Centro de Justicia y Paz (Cepaz), la cifra de feminicidios aumentaría a 357. Demoledor. A estos casos habría que sumarles los intentos de homicidio en grado de tentativa, imposibles de cuantificar, sobre todo porque hoy por hoy, en el país caribeño, la violencia machista todavía es un tabú poco visibilizado y que en la mayoría de los casos se silencia dentro del núcleo familiar.
Andreína Tarazón, que es activista de La Quinta Ola, ex ministra de la Mujer y presidenta del Centro de Altos Estudios para el Desarrollo y las Economías Emergentes, señala en entrevista con Sputnik que hoy en día, el principal problema que tiene la mujer venezolana respecto a la violencia contra su condición de género es la violencia económica.
"Desde el feminismo popular venezolano, creemos que una sociedad libre de violencia contra las mujeres es una sociedad libre de violencia económica contra ellas. La feminización de la pobreza es un hecho", asegura Tarazón.
La exministra señala que el bloqueo económico impuesto por EEUU está incidiendo negativamente en la eliminación de esta problemática. "Hoy, el acceso a anticonceptivos está siendo limitado por causa del bloqueo, por ejemplo. Lo mismo ocurre con los tratamientos de cáncer uterino o cáncer de mama".
Venezuela es un país machista donde, aunque en la mayor parte de los núcleos familiares la cabeza es una mujer, estableciéndose un matriarcado de facto en la mayoría de los casos, todavía no hay suficiente inversión gubernamental para la formación de conciencia, valores y capacitación en escuelas, hogares e instituciones para terminar con esta lacra.
"En Venezuela hay una banalización del rol de la mujer en la sociedad y el patriarcado opera también desde el Estado", señala la exministra.
En La Quinta Ola tienen un programa de YouTube donde hablan, sobre todo, a una generación de jóvenes millennials. Tratan de concienciarles en la igualdad de género con un lenguaje cercano. También organizan encuentros, seminarios y actividades de todo tipo. "Cada día me contactan decenas de chicas jóvenes que me cuentan su caso. Piden apoyo político y presión pública para que la ley actúe", señala Tarazón. No son casos aislados.
Según cifras oficiales del CICPC (Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas), hasta agosto de 2019, se registraron 1.180 casos de abusos sexuales y un aumento de los feminicidios en el país.
Actualmente, en Venezuela existen 72 fiscalías especiales en materia de género y 51 tribunales dedicados en exclusiva a la mujer. Sin embargo, en muchas ocasiones, la institucionalidad no responde a las demandas de las mujeres cuando acuden a denunciar que están sufriendo algún tipo de maltrato. Es por eso que desde las asociaciones feministas están trabajando para incluir la mala praxis y la negligencia de los funcionarios del Estado en la Ley Orgánica contra la Violencia.
Antes de eso, a Sofía se le ocurrió subir una foto en traje de baño a sus redes sociales (unas redes que había dejado de utilizar, prácticamente, porque a él le molestaba). Cuando su pareja vio la foto la llamó hecho un energúmeno y le dijo que era una "prepago [prostituta] panameña". Le obligó a borrar la foto y a bloquear a todos los chicos que le habían dado "me gusta". "Le tuve que mandar una captura de pantalla de cada chico que bloqueé para demostrarle que lo había hecho".
La pregunta: ¿por qué lo haces?
"Era una niña, estaba enamorada, dependía de él. Ahora no lo haría". El discurso de siempre.
Sofía se fue a España, a pesar de que él le pidió en innumerables ocasiones que no lo hiciese y después de darse cuenta de que se había quedado embarazada y había abortado de manera espontánea. Recibió ambas noticias a la vez cuando visitó a su ginecólogo. Cuando se lo contó a su ex, la respuesta de éste fue: "¿ves? No estamos predestinados a estar juntos".
"Irme a España me salvó", asegura Sofía.
Ahora hace más de un año que no hablan y no se han visto. Él sigue siendo un personaje público y seguramente admirado por muchas y muchos.
Uno de los problemas de la violencia de género es que nadie se libra. Cualquier mujer, sea de la clase social que sea, tenga la edad que tenga o una situación económica más o menos pudiente, puede convertirse en una víctima. ¿Cómo responden las sociedades ante esta problemática? ¿Y los gobiernos? ¿Cómo actúa la familia, los amigos cercanos?
¿Cuánto queda por hacer en un país como Venezuela, en el ojo del huracán político y asediado por un bloqueo económico por parte de Estados Unidos? Son, todavía, demasiadas preguntas sin responder con contundencia mariana. O qué mariana. Digamos, mejor, revolucionaria. #NiUnaMenos. #NiUnaMás. Nunca.