El agujero azul reúne ecosistemas únicos y hasta aquí llegan especies como la ballena franca austral y el elefante marino. A pesar de la naturaleza espectacular del lugar y de su rica diversidad, muchas especies subsisten en un frágil estado de conservación.
Esto ha puesto en peligro el futuro del agujero azul, un lugar especial que marca el límite de la zona económica exclusiva argentina y que es hoy un síntoma palpable de la desprotección legal.
El equipo de Greenpeace acompañado de Martín Brogger, investigador adjunto del CONICET, arribó a la zona y tomó imágenes del fondo marino. Fueron los primeros testigos de la devastación del suelo en esta zona.
"En lugar de registrar variedad de especies, campos de esponjas o arrecifes de coral, las cámaras mostraron suelos desérticos, basura y estrellas de mar muertas", destaca el comunicado de Greenpeace.
"La escena del suelo marino es dramática ya que muestra un evidente desequilibrio en el ambiente, similar a un bosque arrasado después del desmonte", refuerza la organización internacional.
Para este tipo de pesca se utilizan redes del tamaño de entre 60 a 100 metros de ancho, las dimensiones aproximadas de una cancha de fútbol. Van sostenidas con cadenas pesadas y arrasan indiscriminadamente con toda la flora y fauna del fondo marino.
"Pero estos no se ven, y como no los vemos, son invisibles para muchos" señaló Vueso.
El agujero azul de la patagonia argentina ha sido explotado desde más de medio siglo y es codiciado por países como China, España, Corea del Sur y Taiwán. Más de 400 buques llegan cada año a esta zona para sostener la industria pesquera, refiere el documento.
"Con frecuencia las flotas aquí presentes incurren en actividades no reguladas e incluso en ocasiones llegan a cruzar los límites de la zona económica exclusiva (ZEE) para pescar ilegalmente", denunció Vueso. Solo el 1% de los océanos globales está protegido, y la meta de la ONU es proteger al menos el 30% para 2030.