La tasa de crecimiento fue positiva desde 2003, con un promedio anual del 4,1% desde ese año hasta 2018. La solidez de la política macroeconómica y la diversificación de mercados y productos de exportaciones han aumentado la capacidad del país para resistir los golpes regionales.
Pero la economía de 2019 ofrece indicadores mediocres, con un estancamiento generalizado debido a la caída de los precios de las materias primas que exporta y el deterioro de la actividad en sus dos principales vecinos: Argentina y Brasil.
Con el crecimiento de 1,6% en 2018, la economía completará 16 años de expansión consecutiva en el mayor ciclo positivo en la historia de Uruguay, que tiene como principales rubros de exportación la carne bovina, la soja, los lácteos y el arroz.
Así lo expresó la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena: "Uruguay logró crecer 16 años consecutivos, lo que no es menor, a pesar de estar rodeado de economías en negativo".
Bárcena agregó que "este país es el más igualitario de la región" durante su intervención en el acto de lanzamiento del documento Aportes para una Estrategia de Desarrollo 2050.
Pese a ese ciclo favorable, en Uruguay está en juego el modelo económico que lideró el Frente Amplio. El neoliberalismo está a las puertas de regresar.
Inestabilidad
La caída de la demanda regional es un factor importante del actual estancamiento, pero a eso se le suma un escenario de muy bajos precios internacionales que afectan a la rentabilidad de sectores exportadores.
Los mercados de exportación se han diversificado con el fin de reducir la dependencia de la región: en 2018, Brasil y Argentina —tradicionales socios comerciales de Uruguay— representaban solamente el 12% y el 5% de las exportaciones de bienes, respectivamente. Los principales socios comerciales en la actualidad son China (26%) y la Unión Europea (18%).
Entre ellos, se menciona la menor demanda mundial, la creciente sustitución de importaciones por producción nacional en algunas economías, la menor proporción de la producción china que se destina a la exportación, el retroceso de las cadenas globales de valor y la irrupción de nuevas tecnologías que causan un impacto en la naturaleza misma del comercio.
El panorama político en la región —los estallidos sociales en Ecuador y Chile, el golpe de Estado en Bolivia, la renuncia del presidente en Perú y el prolongado cronograma electoral en Argentina— fue otro factor que impactó negativamente en el comportamiento de la economía uruguaya.
Cuestión social
Uruguay se destaca en América Latina por ser una sociedad igualitaria, por su alto ingreso per cápita, sus bajos niveles de desigualdad y pobreza y por la ausencia casi total de indigencia.
En términos relativos, su clase media es la más grande de América y representa más del 60% de su población. Se ubica entre los primeros lugares de la región en relación con diversas medidas de bienestar, como el Índice de Desarrollo Humano, el Índice de Oportunidad Humana y el Índice de Libertad Económica.
En julio de 2013, el Banco Mundial clasificó a Uruguay como un país de renta alta. Para 2018, el ingreso nacional bruto per cápita ascendía a 21.900 dólares ajustados por paridad de poder de compra (PPC).
De acuerdo con la medición oficial, la pobreza moderada pasó del 32,5% en 2006 al 8,1% en 2018, mientras que la indigencia o pobreza extrema prácticamente ha desaparecido: ha caído del 2,5% al 0,1% durante el mismo periodo.
En términos de equidad, los ingresos del 40% más pobre de la población uruguaya han aumentado más rápidamente que el crecimiento promedio de los ingresos de toda la población.
Sin embargo, persisten importantes disparidades: el porcentaje de la población bajo el umbral nacional de pobreza es significativamente más alto en el norte del país; entre los niños y jóvenes (17,2% para menores de 6 años y 15% y 13.9% para los grupos comprendidos entre los 6 y 12 años y 13 y 17 años, respectivamente); y entre la población afrodescendiente (17,4%).
El buen desempeño macroeconómico también se reflejó en el mercado de trabajo, que registró niveles de desempleo históricamente bajos en 2011 (6,3%) aunque, ante la marcada desaceleración en el crecimiento, el mismo ha aumentado hasta el 8% en 2018.
Turismo
Una fuente importante de ingresos es la de turistas de Argentina y Brasil. La inestabilidad económica, con recesión y devaluación, en ambos países provocó en el último verano una merma fuerte de arribos y, por lo tanto, de ingreso de dólares.
En el caso argentino, la violenta devaluación del 12 de agosto —el día después de la derrota contundente del Gobierno de Mauricio Macri en las elecciones primarias— profundizó la tendencia que se venía registrando desde 2018.
La baja fue de alrededor del 30% y el impacto podría ser mayor para la temporada 2020. Por eso el Gobierno de Tabaré Vázquez anunció que va a extender hasta abril próximo la política de devolución del IVA y el descuento del 24% en las estaciones de servicio que se encuentran a menos de 20 kilómetros de la frontera. La medida estimulará el ingreso de vehículos particulares.
Con estas y otras medidas, Uruguay busca, por lo menos, mitigar la merma de turistas.
Desgaste político
El Frente Amplio se enfrenta a su elección más dura de los últimos tiempos, donde deberá competir con una coalición integrada por todos los partidos opositores, la denominada "coalición multicolor".
Aram Aharonian, del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico, expone una posición muy crítica sobre el Frente Amplio, que "se ha desconectado de las bases populares recurriendo a los comités de base solo en las elecciones y ha priorizado políticas monetarias e instrucciones del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, que están lejos de las necesidades de los trabajadores y del pueblo en general". Añade que "los últimos gobiernos frenteamplistas estuvieron más cerca de los emprendimientos trasnacionales y el neodesarrollismo que de las pequeñas y medianas empresas nacionales que debieran fomentar y defender".
En este año ha quedado en evidencia que la evolución de la economía en 16 años de Gobierno es un factor positivo, aunque el 2019 es de estancamiento y leve alza del desempleo. Pero lo más relevante es el desgaste político.
Esa combinación de desgaste político y estancamiento económico con demandas crecientes presenta un cuadro complejo para el futuro de Uruguay en un escenario regional con fuerzas de derecha que se expanden.