Ante la victoria electoral del peronismo en Argentina, se opuso la insuficiente votación del Frente Amplio en Uruguay. A la intervención de la OEA y el golpe de Estado en Bolivia, se manifestó el regreso de México a América Latina. Ante la regresión de derecha de Brasil, se alza la coalición entre Argentina y México que ya logró salvar a Evo y a García Linera del fascismo. Al incremento de las medidas agresivas contra Cuba, Nicaragua y Venezuela, se han levantado los pueblos de Ecuador, Chile, Haití y Honduras.
El principio de la física de que toda acción tiene su reacción se aplica a la política hoy más que nunca cuando el imperio estadounidense ha comenzado su período de retroceso y derrota estratégica, el que aun, cuando puede durar muchos años y décadas, es irreversible. La mejor prueba de ello es que tuvieron que recurrir a Donald Trump, un empresario ajeno al establishment para tratar de que, con instrumentos de la gerencia, se pueda manejar el país cuando la política no ha podido hacerlo.
Eso ha conllevado a que ellos mismos se vean obligados a aplastar el edificio teórico, las categorías e instituciones que construyeron durante 250 años y que ya no les sirven para sostener el poder: estado de derecho, separación de poderes, democracia, gobierno de la mayoría, defensa de la soberanía, respeto a los derechos humanos y a la decisión de cada pueblo de darse el gobierno que quiera y otras clasificaciones similares que dan soporte al capitalismo emergido de la independencia de Estados Unidos y la Revolución francesa, están siendo torpedeando desde sus mismas entrañas.
Otro tanto se manifiesta con el silencio de Michelle Bachelet, avalando con ello la violación de los derechos humanos, por parte de una institución que debería ser la salvaguarda de ellos en el mundo. Es difícil que la expresidenta de Chile pueda opinar cuando fue la causante de la brutal represión contra el pueblo mapuche en la Araucanía. No debería poder hablar de los derechos humanos que ella permanentemente violó cuando fue presidenta. En los hechos, su Gobierno no dista mucho del de Piñera.
Estas manifestaciones son continuidad de las que se iniciaron en 1983 y que incesantemente se realizaron mes a mes hasta que obligaron al dictador a cambiar su forma de gobernar, para seguir mandando desde la comandancia del Ejército gracias al acuerdo, que hoy se quiere repetir, entre Estados Unidos, las Fuerzas Armadas, los empresarios, la internacional socialista y la demócrata cristiana.
30 años después, Chile busca derribar su propio Muro de Berlín https://t.co/yUwbUf2nhG
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) November 10, 2019
El 11 y 12 de noviembre se destaparon las alertas, las ratas comienzan a abandonar el barco, buscando un acuerdo entre elites para una vez más engañar al pueblo: los partidos de la Concertación y la Nueva Mayoría tratan hoy de capitalizar la movilización popular a su favor, tratando de demostrar que van a hacer lo que no quisieron durante los cinco gobiernos que usaron para engañar al pueblo.
Para que no se me olvide, volví a leer ayer algunos testimonios del informe Valech porque seguramente será muy necesario crear otra vez una comisión que se encargue de descubrir el alcance de los crímenes cometidos por la democracia que hoy tiene a Piñera en el poder.
Estas manifestaciones en Chile son la expresión de la transición truncada de 1988-1989, la transición que nunca fue, la transición pactada bajo batuta de Estados Unidos para hacer una democracia en la medida de lo posible, que permitió mantener la Constitución a fin de profundizar el modelo neoliberal, esta vez con administración demócrata cristina-socialista. ¿Y ahora pretenden ser ellos los redactores de la nueva Constitución? La propia Bachelet engañó al pueblo anunciando una constituyente a la que no dio ningún apoyo, más allá de la reunión de prestigiados juristas que trabajaron arduamente para nada.
En el caso de Bolivia, se está repitiendo el golpe de Honduras, intentando crear una situación de hecho que, al igual que Venezuela, cree un poder con un presidente autodesignado, que en la nueva ley universal solo necesita del reconocimiento de Estados Unidos y Europa, autodenominados comunidad internacional. Solo la fuerza del pueblo podrá impedirlo. Me parece que, así como las Malvinas señalaron la muerte del TIAR, el golpe de Estado en Bolivia significará la muerte de la OEA, independientemente que haya gobiernos masoquistas que quieran seguir participando en ella.
Ello no fue posible. El propio canciller mexicano Marcelo Ebrard expuso que en la operación de rescate de Evo y García Linera, su gobierno tuvo que negociar con los militares bolivianos haciendo patente en la práctica quien intenta asumir el poder en Bolivia.
¿Alguien puede creer que Bolivia será igual a la de 2005? ¿Alguien puede suponer que Mesa o Camacho podrán generar gobernabilidad solo porque Trump y Almagro con la complicidad de los militares así lo decidieron? Evo apeló a la paz, sus enemigos a la guerra (igual que Piñera). Ahora que se atengan a las consecuencias.
Este paso permitirá dar un salto de calidad a la lucha del pueblo haitiano que ahora podrá darle un sentido de futuro a su lucha más allá de la estricta bandera de salida de Moise. Al igual que en Chile, la alianza opositora se propone elaborar una nueva Constitución que transformé la estructura política del país y dé paso a nuevas elecciones presidenciales y legislativas y que concreten una reforma judicial a fin de otorgar certezas al pueblo de que la corrupción y la violación de derechos humanos tengan juicio y castigo.
Así, desde un rincón al otro, América Latina en movimiento resiste los golpes imperiales que se manifiestan de manera diferente y que, por primera vez, generan respuesta de los pueblos que parecieran decididos a no seguir aceptando la sumisión y la derrota.