No habían pasado ni dos horas desde que el presidente de Bolivia, Evo Morales, renunciara a su cargo, cuando Diosdado Cabello, primer vicepresidente del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV), anunció una semana de movilizaciones en contra del golpe de estado en el país sudamericano.
"Queremos anunciar al país que el pueblo chavista comienza una gran jornada de movilizaciones contra el golpismo y el fascismo, en apoyo al presidente Evo Morales y en rechazo a la injerencia norteamericana y de la OEA contra los pueblos", dijo.
De un golpe a otro golpe
Desde primera hora de la mañana del lunes 11 de noviembre, decenas de espontáneos comenzaron a acercarse al punto de encuentro donde los obreros terminaban apresurados de construir la tarima donde tendría lugar "la cantata por la paz", convocada por el Partido.
"Es un golpe racista contra un país que no ha hecho más que crecer económicamente en los últimos años", señala este joven caraqueño mientras sus vecinos corean a su espalda: "Evo no estás solo". Y levantan banderas de Venezuela y pancartas con consignas de apoyo.
En la madrugada del 14 de abril, un grupo comando integrado por militares leales al presidente, efectúa su rescate y trasladan a Chávez hasta el Palacio de Miraflores. La multitud que había salido a defenderlo lo recibió jubilosa coreando "volvió, volvió, volvió". Fue una victoria popular escrita en los libros de historia del chavismo.
Solidaridad de país a país
"Hoy es 11 de noviembre y el presidente legítimo de Bolivia continúa secuestrado a pesar de que ganó las elecciones por más de 600.000 votos", dice. "Tienen que respetarse las decisiones de los pueblos del mundo. Por eso estamos aquí, para manifestar nuestro apoyo al pueblo boliviano y pedir que cese la violencia".
A su lado, una mujer empuña la bandera wiphala, que es el emblema multicolor de la nación andina y de los Aymara, símbolo del carácter plurinacional de Bolivia. La mujer, de 37 años, se llama Ydaira y ha venido a la concentración porque dice que está "sorprendida con lo que está pasando en el país hermano".
"Evo es un presidente honesto que renunció para evitar una masacre contra su pueblo", afirma. "Estamos aquí para decirle que no está solo y que no tenemos miedo, que es el momento del pueblo".
"Esto no va a pasar aquí"
Durante toda la semana, el pueblo de Venezuela estará movilizado en apoyo a Morales. Habrá marchas y concentraciones "antiimperialistas" por todo el territorio nacional en respuesta a los acontecimientos del país andino. Se prevén días cruciales. El 16 de noviembre es la fecha marcada en el calendario por la oposición venezolana encabezada por Juan Guaidó para "retomar las calles" después de meses de relativa tranquilidad; y lo ocurrido en Bolivia podría generar un "efecto contagio" con violencia y desestabilización en las calles del país caribeño.
Es mediodía y el calor aprieta bajo la estatua erigida como monumento a los caídos en Puente Llaguno, y no dejan de llegar ciudadanos espontáneos. Algunos vienen porque escucharon la convocatoria por televisión, otros por el boca a boca de familiares y amigos. La policía ha cortado la calle al tráfico y en la tarima improvisada han comenzado a hablar algunos líderes vecinales y de los movimientos sociales en solidaridad con Bolivia.
Echan la culpa del golpe a la injerencia de EEUU y a la OEA (Organización de Estados Americanos) que, sin pruebas, lanzó un informe preliminar sobre las elecciones cantando fraude y pidiendo una nueva convocatoria electoral. "Esto no va a pasar en Venezuela", dice Gabriela, para añadir a continuación que está "consternada y molesta" por lo que está pasando. "¿Cómo puede ser posible que el imperio norteamericano haya tumbado a Evo?", dice, mientras el grupo con el que va la mira respetuoso y asintiendo con la cabeza, casi boquiabiertos de su liderazgo.
"Ha sido Trump quien ha hecho esto porque quiere que América Latina lo gobiernen sus lacayos, pero eso aquí no va a pasar. En Venezuela, esa vaina no va a suceder", asegura, emocionada, gritando que está orgullosa de ser criolla, y de barrio.
La mañana termina por la tarde y con música. El grupo, que se ha convertido en centenares de personas, levanta banderas plurinacionales al ritmo de la salsa caribe que cierra la primera movilización de una semana que promete ser decisiva para el continente latinoamericano. Los vecinos se despiden con un "hasta mañana" y sonríen, dicen, con la fuerza que les da la experiencia de saber cuál es su lugar en esta historia reciente de cambio, transformación y resistencia.