Añorve no tiene pelos en la lengua y no los ha tenido durante las tres décadas en que ha reporteado y estudiado el papel y legado de las personas traídas de manera forzosa a México desde el África subsahariana. Autor de decenas de artículos y publicaciones al respecto, actualmente forma parte del equipo de Trinchera —política y cultura—, un medio independiente y autogestivo que se imprime semanalmente en Chilpancingo, capital del Estado de Guerrero, donde tiene a cargo el suplemento El Sambo de Guerrero.
"Presenté un escrito al Senado argumentando la necesidad de hacer una consulta de verdad con respecto al reconocimiento constitucional que fue meramente declarativo, en el que los afro aparecen de pegote, como copy-paste sin claridad", sostuvo.
"Lo que se necesita es una reforma en la Secretaría de Educación para que se enseñe la historia de los pueblos y que la gente pueda realmente saber cómo se considera", agregó.

Un reclamo de arriba y de afuera
"El concepto de lo negro no tuvo trascendencia aquí (en la región de Costa Chica) nunca lograron fundar una organización que tuviera base social. Los grupos organizados empezaron, como se hace tradicionalmente en México, para ir sobre el presupuesto aunque nadie los conozca", disparó Añorve durante la entrevista.
Añorve señaló que la abolición del sistema de castas en el comienzo de la Guerra de Independencia en 1810 fue el gran triunfo de personajes históricos como José María Morelos y Pavón y Vicente Guerrero, ambos afrodescendientes. Explicó que han vivido un proceso histórico distinto al que vivieron los pueblos indígenas frente al Estado mexicano, quienes existían previamente como naciones constituidas en el territorio.
"Lo que nos enseñan en la escuela es que el mexicano es el mestizo descendiente del indio y del español, esos son los paradigmas pero entonces ¿por qué somos negros nosotros?", sostuvo.
Añorve señaló dos procesos en la historia reciente que se han dado desde afuera y desde arriba en pos de la difusión del discurso 'negro' y luego, del multiculturalismo.
El primero, señaló Añorve, fue impulsado por la Iglesia católica, con el envío del pastor antillano Glyn Jemmot Nelson a mediados de los años 80, quien fundó un taller llamado Cimarrón en la comunidad el Cerezo, de Pinotepa Nacional, en la parte oaxaqueña de Costa Chica.

"Estas políticas sajonas que aplicaron en Canadá y Europa para las minorías, las empiezan a aplicar aquí: a promover el reconocimiento constitucional y a crear instituciones que no han servido de nada", analizó. Sin embargo, los gobiernos locales de Oaxaca y Guerrero asumieron como propio este discurso y crearon sus respectivas leyes locales de reconocimiento. "Estas leyes no fueron conquistadas por movimientos o luchas, fueron concesiones que hicieron los gobernadores", sostuvo y que también vino desde afuera y desde arriba.

"Lo importante es la educación. Tenemos cientos de culturas a lo largo de cinco siglos de historia y si quiero identificarme, primero debo conocer. Solo en Costa Chica hay una gran variedad, imagínate en el país", sostuvo. "Actualmente hablo de afroindios, pero eso no está de moda", sostuvo.
La fiesta que transmite
Existen registros de esta fiesta al menos desde 1846, en un escrito del autor y político Ignacio Manuel Altamirano que la llama "danza repugnante de negros": "Altamirano está enojado porque en ese momento los franceses amenazaban con entrar a Acapulco (principal puerto del estado de Guerrero, próximo a esta zona) y piensa cómo es posible que nos iban a invadir y la gente andaba bailando esos grotescos diablos, entonces es que no son patriotas", explicó Añorve.

Aunque existe un registro previo de que entre 1550 y 1560 llegaron cien familias africanas a Costa Chica, traídas forzosamente para realizar trabajos de vaquería.
"De ahí viene la cultura dura de Costa Chica: la cultura criolla, los diablos, el toro de petate (que se usa en las fiestas de septiembre del santo local) y muchas cosas más que necesitamos tres vidas para investigar, porque no hay documentos", sostuvo.
"Por todo esto digo que lo importante es el conocimiento de la historia. En México, las políticas indigenistas han existido durante todo el siglo pasado y ¿en qué han mejorado la situación de los pueblos? El Estado nos divide pero en los hechos somos los mismos, tenemos las mismas problemáticas de pobreza, desempleo e inseguridad", sostuvo. "Nos están enfrentando con los indígenas para pelear por el presupuesto", concluyó.