- Llama eterna de memoria
- Cómo acaban las condecoraciones soviéticas por el mundo
- Ignorancia y avaricia: el mercado de las reliquias históricas
- "Si me robaron mi medalla en vida, yo me quiero ir con ella a la tumba"
- "Eduardo no permite que su idea se ensucie con cualquier mínima sospecha"
El 1 de noviembre, el Embajador de la Federación de Rusia en México, Víctor Coronelli, entregó a Eduardo la medalla en memoria a los Héroes de Patria, otorgada por el ministro de la Defensa ruso, Serguéi Shoigú, por haber salvado 16 condecoraciones que ya regresaron a su país.
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"Varias decenas de personas trabajan en México junto con Eduardo en la organización Llama eterna (Véchni Ogón), absolutamente gratis y desinteresadamente. Y eso es un trabajo enorme que por supuesto merece respeto. En reconocimiento a sus logros, hoy le hemos otorgado la medalla del Ministerio de Defensa, una de las pocas cosas con las que podemos darle las gracias", comentó a Sputnik el jefe de la misión diplomática.
El embajador ruso subrayó que en el trabajo que realiza Cruz lo más difícil no es conseguir comprar las condecoraciones, sino encontrar a personas a quien realmente pertenecen o pertenecían.
"Lamentablemente, no siempre es posible localizar a los herederos, a nietos y bisnietos, y en estos casos entregan los galardones a la embajada, y nosotros ya los enviamos a la Administración del Presidente", añadió.
Esta vez Eduardo Cruz entregó a la misión diplomática unas 20 medallas con la documentación, y pronto pondrán rumbo a Moscú.
Llama eterna de memoria
Llama eterna surgió a partir de la historia familiar de una amiga rusa, Ekaterina Nóvikova, del joven joyero de Guadalajara.
Fue así como comenzaron a rescatar las condecoraciones soviéticas que llegaron al continente norteamericano desde Rusia, pidiendo a sus conocidos que les avisaran si en algún lugar encontraban una reliquia parecida.
Ahora son 40 personas: 35 hispanohablantes y cinco rusos. "Los que adquirimos somos mexicanos, porque a los rusos les hacen pagar más o no les quieren vender. Es por eso que tenemos una rama de puros mexicanos latinos y por otro lado una rama de rusos que comprenden español", explicó.
Eduardo comentó que primeramente pagaban por las investigaciones para encontrar los herederos de medallas, "porque no teníamos la estructura, no teníamos el libro con el que guiarnos, todo fue a base de prueba y error".
Ahora, entre otros, les apoyan los miembros de la organización rusa Vympel, que se dedican a buscar la información en los archivos estatales y locales a través de los documentos oficiales que se venden junto con las medallas, y a contactar con los familiares de los soldados de las condecoraciones que encuentran.
Cómo acaban las condecoraciones soviéticas por el mundo
Eduardo comentó que durante el proceso de investigación él y sus compañeros descubrieron que las medallas y las órdenes que se pueden conseguir en los mercados de antigüedades fueron compradas por los soldados norteamericanos que estaban desplazados en Europa Central y en Europa Oriental.
"Cuando cayó la Unión Soviética, trataron de traer trofeos a su patria, a EEUU", prosiguió.
Con los años iban falleciendo y los familiares de aquellos soldados norteamericanos comenzaron a deshacerse de las reliquias de la Segunda Guerra Mundial a través de las ventas de garaje.
"Allá hay algunos mexicanos que se dedican a comprar ropas, cosas usadas. Las llevan a las fronteras y las revenden, y es por eso que tal cantidad de condecoraciones soviéticas comenzó a acumularse en la frontera de México alrededor de los años 2001 y 2002", relató.
"Alrededor de los años 2015 y 2016 empezamos a llegar a los mercados de subastas que se hacen en Shanghái y Londres, también en Alemania", mencionó.
Sin embargo, las condecoraciones militares de la URSS aparecen en el mercado latinoamericano también de otra forma.
"Llegamos a ubicar a personas que radicaban en América Latina —la mayoría en México— que habían sido robadas en sus casas llevándose las medallas y vendiéndolas por aquí. Y como estas personas no hablaban español, les fue muy difícil comunicarse con la Policía y explicarles de qué medallas de la URSS se trataba", comentó.
Ignorancia y avaricia: el mercado de las reliquias históricas
"Lamentablemente hay mucha ignorancia en lo que se refiere a piezas arqueológicas, incluso a las reliquias históricas. Usted puede ver a una persona que no tiene zapatos, pero que en su mochila trae 35 medallas soviéticas o trae una urna maya", compartió.
Recordó cómo encontraron a una joven de procedencia rusa que pretendía vender una medalla soviética. Cuando le preguntaron cómo la consiguió, respondió sin pudor que había sido de su abuela.
No obstante, no solo es la ignorancia la palabra que describe este mercado, sino también la crueldad y la avaricia, según el propio mexicano.
"Hay política de doble vista. Se protege cierto tipo de cosas y a otras se las rebajan a un nivel de suvenir que es trágico porque se les roba la historia, se les roba el nombre, se les roba incluso el rostro a estos héroes condecorados. Y por avaricia de algunas personas nunca y nadie va a conocer sus historias. Estos tipos de comerciantes son personas muy crueles", expresó.
De hecho, para Eduardo muchas personas que operan en este mercado "demuestran algún tipo de problema emocional", algo que le hizo recordar la historia más emotiva que ha vivido a lo largo de estos 15 años.
"Si me robaron mi medalla en vida, yo me quiero ir con ella a la tumba"
"Durante una subasta, uno de los vendedores describió la medalla: 'Esto perteneció a un soldado que le disparó a un francotirador alemán en la boca'. Perdió la boca y perdió los dientes. Decía: 'Seguramente estaba horriblemente desfigurado, y me encantaría ver una foto de este horrible rostro'", relató.
Lo que sintió en aquel momento Eduardo junto con sus compañeros fue coraje y tristeza, según sus propias palabras.
"Dijimos que esto teníamos que rescatarlo. Se adquirió la medalla, pero dije que esto no iba a terminar", subrayó.
"Como la persona de mayor edad lo sintió mucho, se enfermó, posteriormente falleció, pero antes de fallecer les dijo a sus familiares que tenía una foto muy antigua donde salía con su medalla y dijo: "Si me la robaron en vida, yo me quiero ir con ella a la tumba", prosiguió.
Y así lo cumplieron sus familiares: en la foto de lápida de Alexandr Smirnov el héroe sale con su medalla.
"Yo vi esta foto de la tumba. Fue un golpe devastador. Dije que aunque no pudimos regresársela en vida, pero que regrese al menos para su siguiente generación", dijo. La orden, que Eduardo compró en una de las subastas de California, se volvió a la familia de Smirnov después de más de 30 años.
"Esa es la verdadera historia, eso es lo que tratamos de rescatar", resumió.
"Eduardo no permite que su idea se ensucie con cualquier mínima sospecha"
"Es como estas personas santas, y de verdad santas, porque cualquier persona que habla con él o se encuentra con lo que hace empieza a medir su propia vida en relación con lo que hace él", describe a su compañero la directora del Centro para la Investigación de Mesoamérica de la Universidad Rusa para las Humanidades, Galina Yershova.
"Mi padre tenía la Orden de la Estrella Roja, que perdió cuando todavía estaba vivo. Me quedé para siempre con este dolor y no sé por qué, pero me tocaba emocionalmente que la hubiésemos perdido. Y cuando vi que hay personas que buscan, compran y devuelven las condecoraciones de la Gran Guerra Patria, me quedé muy emocionada, porque sí hay que ayudarles, ayudar a Eduardo", compartió.
Galina comenzó a colaborar con el grupo, ayudando por su propia cuenta a buscar la información necesaria en los archivos. Pero más tarde la cooperación pasó a otro nivel. Al recibir la vista buena del rector de la Universidad de las Humanidades, Alexandr Bezboródov, esta institución se dedicó a esta parte de trabajo, dado que fue creada a partir del Instituto del Archivo y, en principio, tiene más acceso a los documentos históricos y militares.
"Todos nosotros tenemos que apoyar este proceso porque todo eso apoya a nuestro país y asegura su futuro. Nadie va a cuidar de nosotros ni a pensar en nosotros. Creo que Eduardo para todos es como un eje, una meta. Todos nosotros estamos comparando nuestras vidas con la de él", comentó.
Una de las cosas que más destacan a Cruz, en su opinión, es que no permite que la idea que está realizando se ensucie por una mínima sospecha, porque, según Yershova, Eduardo es una persona absolutamente desinteresada en los beneficios financieros o cualquier tipo de alabanzas o reconocimientos. Y eso se nota en todo el trabajo de la organización.
A pesar de que podría parecer que el trabajo de este grupo consiste solo en buscar condecoraciones o a parientes de héroes, no es así. Las investigaciones llevaron a la Llama eterna hasta Ucrania, país que desde hace años vive un conflicto armado.
"Nos amenazaron con armas cuando fuimos para decir que habíamos encontrado una medalla, y una vez sacaron una Saiga —un tipo de rifle— y apuntaron a uno de nuestros compañeros, porque fueron estos tiempos en los que andaban en Ucrania con marchas de antorchas y signos de fascismo. Obviamente cuando se enteraron de que habíamos hecho una entrega en Donetsk no les cayó bien", relató.
"Parecía una tarea imposible. Algunos de hecho nos comentaron que era suicida ir por allá", añadió. No obstante, hasta en las condiciones de un conflicto armado los de la Llama eterna consiguieron cumplir con su meta y pasar la condecoración perdida junto con una bandera mexicana. Para Eduardo, es una muestra de que no hay barreras ni entre lenguas ni entre países.
Todas estas historias —más aquellas que Eduardo no cuenta por respeto a los veteranos y a sus familias— han llevado a que el joyero mexicano haya encontrado su propia medalla. La Universidad rusa de las Humanidades ya invitó a su compañero a la apertura de un salón especial del complejo multimedia que está dedicado a la memoria de la Gran Guerra Patria. La inauguración se celebrará en mayo, pero todavía no se sabe si Eduardo podrá asistir porque tiene mucho trabajo. Cree que no consigue dedicar mucho tiempo a este proyecto.