"Yo diseño páginas web para empresas internacionales, y lo que me pagan en dólares jamás lo convierto todo en bolívares, sino que voy cambiando para lo que necesite, o incluso los días que su precio varía mucho mantengo dólares en efectivo y prefiero pagar así", dijo a esta agencia Giselle Torres de 34 años.
En agosto del año anterior, el Gobierno ya había comenzado a relajar algunas medidas del control cambiario que rige en la nación desde 2003.
En ese momento otorgó al Estado solo la potestad de comprar o vender las monedas extranjeras (y quien lo hiciera al margen de eso estaba cometiendo un ilícito cambiario), pero no fue hasta marzo 2019 cuando comenzó a cambiar abruptamente.
En 2018 pagar con dólares en un comercio era un intercambio clandestino.
Otra venezolana consultada, Natalia Frías, contó que así la moneda extranjera empezó a ser aceptada principalmente en supermercados, pero en los últimos siete meses, incluso en los centros comerciales los precios se exhiben en dólares, algunos establecimientos se niegan a recibir bolívares o van directo a los marcadores de la divisa estadounidense que más le convenga.
"Me sorprende porque cuando la tasa paralela del dólar está más alta (es decir que se necesitaría para pagar menos bolívares) ellos dicen que se guían por la oficial, pero basta que esta suba para que se orienten por la paralela, y es como ellos dicen o no compras el producto", explicó la mujer de 42 años.
Frías trabaja como secretaria y por ese empleo percibe bolívares, pero además se desempeña en un salón de belleza en el que cobra a sus clientes en dólares.
Economía con dos monedas
El economista Leonardo Buniak, consultado por Sputnik, explicó que en Venezuela existe una economía bimonetaria.
Sin embargo, este tipo de economía ha surgido sin que exista una ley que la regule, explicó.
Y es que el Banco Central de Venezuela (BCV) hasta el momento no ha publicado alguna regulación al respecto y, además, de acuerdo a lo que establece la Constitución en su artículo 318, la única moneda de uso en el país es el bolívar.
Para algunos economistas, como el constituyente Jesús Faría, esta situación ha sido provocada desde EEUU, y no se puede tomar como un hecho aislado.
En tal sentido, afirma que incluso la inflación que afronta Venezuela tiene el mismo origen, en vista de que las sanciones han provocado una caída del Producto Interno Bruto, que solo en el primer trimestre de 2019 fue de 26,8%, de acuerdo con el BCV.
Para quienes perciben el neto de sus salarios en bolívares, la dolarización de muchos productos ha hecho cada vez más cuesta arriba su adquisición.
Rosaura Martínez, quien trabaja como docente en un colegio del este de Caracas, dijo que "a diario todo sube, según lo marcan esas páginas de dólares, pero mi salario no, así que lo único que me queda es cada día pagar más".
Pese a la caída de ingresos de divisas al país, producto de la baja en la producción de petróleo y las sanciones, en las calles parece haber cada vez más dólares.
La comercialización en dólares, explicó Buniak, no beneficia al fisco nacional.
Esto se debe a que en los últimos meses el uso del dólar ha promovido una evasión fiscal, debido a que muchos de los productos que se comercializan en divisas no se facturan, lo que se traduce en una economía distorsionada.