La derecha boliviana sigue sin reconocer la victoria de Evo Morales una semana después de las elecciones presidenciales. Los números a favor del presidente reelecto indican sin embargo una diferencia marcada: 47,07% contra 36,51% del segundo candidato, Carlos Mesa, lo que representa más de 650.000 votos de diferencia. A eso se agrega que el partido de Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS) ganó en 85% de los municipios y consiguió la mayoría en la cámara de diputados y de senadores.
"Estamos peleando más de 2,8 millones de votos. Es una victoria innegable de Evo Morales, legítima, constitucional, y que hoy corresponde al pueblo defenderla", dice Jorge Silva, quien fue diputado por el MAS y actualmente es concejal por esa misma formación en la ciudad de La Paz, capital de Bolivia.
La defensa de la victoria de Morales comenzó desde que la derecha, quien ya había anunciado que habría fraude, inició acciones de violencia y ya quemó, entre otras cosas, cinco locales del MAS, así como diferentes sedes regionales del Tribunal Supremo Electoral.
Según Silva, la estrategia del fraude tiene por objetivo "desestabilizar al gobierno" a través de protestas que buscan el enfrentamiento: "Para eso está aplicando vandalismo, racismo, discriminación, con el objetivo final de lograr un golpe de Estado, posicionar a Carlos Mesa como presidente igual que lo han hecho con (Juan) Guaidó en Venezuela".
La dirección de esa estrategia es tanto nacional como internacional. En lo nacional se trata de una nueva fase en el la disputa entre los dos grandes bloques políticos, sociales y económicos.
Uno de los bloques es el de la oposición: "Tiene varias corrientes, en algunos casos de extrema derecha, en otros una derecha moderada, y también gente que tiene un partido simplemente para apostar a algún espacio en la administración pública". Según Silva, sus intereses son los de "defender los intereses del modelo neoliberal que ha estado vigente en Bolivia a partir de 1985 hasta el 2005".
En este caso, ese bloque "representa este otro modelo económico, que es el anhelo de un Estado plurinacional, unitario, con autonomías, inclusión, en el cual se está implementando un modelo económico comunitario, social, participativo, donde se privilegia la participación del Estado en el aparato económico".
La disputa entre ambos "va a seguir por el resto del tiempo porque representan a estos dos bloques del colectivo social boliviano". Eso se ha traducido en diferentes momentos de conflicto en los últimos años, como el que sucedió al inicio del mandato de Evo Morales, cuando la derecha levantó la estrategia de separación del oriente del país, conocido como la Media Luna.
"Parte de los objetivos políticos de la diplomacia norteamericana es la de intentar voltear los gobiernos progresistas, revolucionarios que se han gestado en nuestra región", añade Silva, en relación a la influencia de EEUU en el conflicto.
La situación actual es un nuevo punto de escalada e inflexión en el conflicto. ¿La derecha, con el respaldo norteamericano, tiene la fuerza para lograr su objetivo? El concejal señala que la fuerza de la derecha está centralmente en los denominados Comités Cívicos de Santa Cruz, Sucre y Potosí, con "bloques de choque" como la Unión Juvenil Cruceña. En cuanto a La Paz, las protestas y la violencia "han estado centradas en la zona sur, donde está asentada la población con mayores ingresos económicos".
En este contexto se espera un posible aumento de las acciones de movilización y violencia por parte de la derecha.
"Esta semana es decisiva, vamos a ver cuál es la fuerza y resistencia que tenga la oposición. Creemos que no tienen la fuerza que están pretendiendo mostrar a través del miedo y las redes sociales, confiamos en la madurez democrática y política del pueblo boliviano para no dejarse llevar por estas corrientes políticas".