"Uno de los principales factores (para el agravamiento de zika) es que no existe una vigilancia del índice aédico (índice que marca la presencia del mosquito transmisor, aedes aegypti) en las zonas que son endémicas, y al no existir información no se puede hacer una labor de prevención y saber cuándo intervenir", sostiene Angüis, responsable de la campaña Juntos Ante el Zika que inició CARE en 2016.
El Minsa indica que, a la fecha, se reportaron 1.314 casos de zika en Perú en 2019, una cifra 45% superior a los registrados en 2018 cuando se reportaron un total de 903 casos.
Los pacientes provienen de departamentos ubicados o cercanos a la costa norte del país como Cajamarca, Huánuco, Lambayeque, Piura y Tumbes, éste último fronterizo con Ecuador.
Angüis indica que la falta de índices aédicos provoca brotes de la enfermedad porque si estos se dan "es porque ha habido situaciones previas que los generan, es decir no ha habido medidas de prevención".
Asimismo, señala que, en cierta medida, estas alarmas de rebrotes de la enfermedad son positivas a la larga para la población, aunque no es lo deseable.
"Por la experiencia que hemos tenido en el proyecto, cuando existen estos tipos de alarmas las personas comienzan a tomar conciencia porque se sienten más susceptibles y empiezan a implementar medidas de prevención como tapar los recipientes (de agua) y otras cosas que pueden hacer en sus casas. Cuando existe la percepción más baja, estas prácticas bajan", afirma Angüis.
Por otro lado, en las localidades del norte peruano, más proclives a la propagación de la enfermedad por las condiciones ambientales calurosas que alientan la presencia y reproducción del mosquito transmisor, los gobiernos locales juegan una labor crucial.
En cuanto a las víctimas de zika, el Minsa no precisa la cantidad de mujeres gestantes, que son el grupo de mayor riesgo.
Según el miembro de CARE, existe entre 10 a 13% de probabilidades de que una mujer gestante desarrolle el síndrome congénito de zika, que produce microcefalia en el recién nacido y que es la peor consecuencia.
Por otro lado, la enfermedad permanece asintomática para uno de cada cuatro pacientes, además de ser transmisible por vía sexual, lo que dificulta aún más su control.