La central nuclear Vandellós I, ubicada en el municipio de Vandellós i l'Hospitalet de l'Infant, en Tarragona, comenzó su explotación comercial en 1972 bajo la supervisión de la compañía Hispano-Francesa de Energía Nuclear (Hifrensa). La instalación era de tipo GCR —grafito-uranio natural— y de refrigeración por gas.
En muy poco tiempo se produjo un vertido de aceite de tamaño considerable. Los sistemas de la central comenzaron a fallar, uno tras otro, debido a que la parte baja del edificio de turbinas había quedado inundada por fugas en los circuitos de la instalación y por el agua que los bomberos estaban usando para apagar el fuego.
Los sistemas de la central que más sufrieron fueron los eléctricos. A ellos se sumaron los sistemas de control de la seguridad de la instalación, que comenzaron a no responder correctamente. Se temía que el incendio dañase el reactor, lo que hubiese tenido consecuencias catastróficas.
En la extinción del incendio participaron los bomberos de Tarragona, Reus, Barcelona y Vandellós. Los de Barcelona acudieron para llevar más espuma y apagar el humo. Las autoridades, por su parte, destacaron que la situación estaba controlada, y agregaron que el equipo técnico de la central había actuado con rapidez.
Mientras la central estaba en llamas, los habitantes de las localidades cercanas —entre ellos, periodistas locales— empezaron a ponerse al corriente de la situación.
Noche en vela
Cinta Bellmunt era en aquella época una periodista del diario catalán Avui. A las 23:00 del 19 de octubre de 1989 recibió la llamada en su domicilio de un fotoperiodista que le informó sobre un problema grave en la central nuclear. Se reunió con él y juntos fueron en automóvil al lugar del incidente.
"Íbamos muy preocupados porque hacíamos todo lo contrario de lo que hacía la gente: cuando hay un problema de estos, piden que la gente no salga a las calles, que te confines. Y nosotros íbamos directamente a donde quizás había algo grave".
El camino se hizo largo. Bellmunt recordó que, durante el recorrido, los adelantaron a gran velocidad vehículos de las fuerzas de seguridad y de la Policía. "Había un movimiento muy raro", recuerda. La periodista logró llegar hasta el punto de acceso a la central, donde permaneció varias horas a la espera de que llegasen las autoridades.
El director de la emisora propuso a Samarra ir a la central nuclear para hacer un reportaje. Luego, juntos se dirigieron a ella. Pasaron el primer cordón de seguridad de la instalación sin que nadie los detuviese. Relata Samarra que incluso lograron atravesar el segundo control sin ningún problema.
Situación fantasmagórica
Bellmunt explica a Sputnik que, al llegar a la central, vieron cómo de las instalaciones del reactor "salía vapor por muchas partes". Añade que, en ese punto, ella y su compañero oyeron un sonido parecido al de unas vibraciones. Al ver la central, Bellmunt sintió "que algo se te estaba escapando de las manos". Visualmente, prosigue, la situación parecía fantasmagórica.
"Había un caos. Era un paisaje muy lamentable, muy futurista y que impresionaba. Los controles habituales no les dejaban entrar. Había una calma tensa, todo el mundo en el fondo tenía miedo. Es la primera vez que esto pasaba, por eso la gente tenía tanto miedo", recordó Bellmunt.
Samarra y su compañero también vieron humo y sintieron olor a quemado. Continuaron hacia el interior de las instalaciones y fue allí donde les impidieron el paso.
Les comentaron que en breve el alcalde iba a informar de lo ocurrido. Cuando lo hizo, lo primero que dijo fue que se habían quemado unos depósitos de combustible y que estaba todo controlado.
"En aquellas horas había muchas deficiencias: no funcionaba ni la megafonía ni la comunicación vía radio, y el fax estaba estropeado. No se había hecho ningún simulacro, así que la gente no sabía qué hacer", explicó Samarra.
Consecuencias amargas
Los bomberos estaban sofocando el incendio del edificio de turbinas, a donde no tenían acceso los periodistas. El momento, recuerda, era crítico, y "nadie decía nada". Estuvieron horas sin recibir información alguna y sin que nadie los atendiera o les explicase lo que iba a pasar, relató Bellmunt.
"Pero el humo no se extinguió totalmente hasta las 4:30. El vapor de las válvulas de seguridad continuó saliendo dos días más. La razón fue un cortocircuito en un alternador, que es donde se produce la energía que sale al exterior de la central", recordó.
En los días siguientes hubo muchas denuncias por parte de la población por falta de información. Veían humo, oían ruido, pero nadie les estaba explicando con detalles lo que estaba sucediendo en la central, relató.
Los vecinos de la localidad de Vandellós estaban preocupados porque muchos de ellos estaban "atados directamente al trabajo de Vandellós I", recordó Samarra.
"Había preocupación por lo que pudiese suceder, ya que empezaron a salir noticias que no eran nada tranquilizadoras precisamente para quienes veían a la central nuclear como un lugar de trabajo", comentó.
Después del incendio se inició el desmantelamiento parcial de las instalaciones. El incidente las había dañado considerablemente, aunque se evitó cualquier emisión radioactiva.
A pesar de la dificultad del momento, los operadores lograron llevar la central a una situación de parada. Además, quienes intervinieron en las labores de emergencia no sufrieron daños ni lesiones. Actualmente, la central nuclear Vandellós I se encuentra en estado de latencia y se espera que sea desmantelada en 2028. Asimismo, se está planteando el cierre de la central Vandellós II.