Por un lado, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, apeló a la razón y al sentido común en sus recientes declaraciones acerca de las causas de la retirada de las fuerzas norteamericanas del norte de Siria —territorio conocido como Rojava—. El mandatario estadounidense tenía razón cuando tuiteó que su país está a miles de kilómetros de Siria: una forma de decir que Washington no debe involucrarse en conflictos tan lejos de sus fronteras.
Por el otro lado, el hecho de que Washington dejara solos a los kurdos frente al avance turco —una ofensiva que busca limpiar las fronteras de Erdogan de una supuesta amenaza— a muchos les pareció una traición. No hay que olvidar que los estadounidenses junto a las YPG (Unidades de Protección Popular) contribuyeron a la derrota de ISIS —también conocido como Estado Islámico, proscrito en Rusia y otros países—. En otras palabras, eran literalmente aliados.
Moscú no perdió ni un minuto y sentó a los kurdos y al Gobierno de Bashar Asad a negociar. Es curioso que en esta situación el mismísimo Donald Trump recalcara en su tuit que no tiene nada en contra de que "Rusia, China o Napoleón Bonaparte" ayuden a Siria a proteger a los kurdos. Como consecuencia, los kurdos acordaron con el Gobierno de Asad que el Ejército Árabe Sirio accediese a los territorios controlados por las YPG para defenderlos de la operación turca.
....and Assad to protect the land of our enemy? Anyone who wants to assist Syria in protecting the Kurds is good with me, whether it is Russia, China, or Napoleon Bonaparte. I hope they all do great, we are 7,000 miles away!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 14 октября 2019 г.
El Ejército Árabe Sirio y algunas unidades de las fuerzas rusas ya entraron en las principales ciudades del norte de Siria, entre ellas, Manbij, la localidad en la que Turquía en el pasado quiso establecer su control. Asimismo, las fuerzas rusas entraron en la localidad de Kobani, en la frontera sirio-turca.
Pero el hito más importante es el regreso del Ejército sirio a Al Raqa, la antigua capital del califato de ISIS. La urbe cayó bajo los ataques de las Unidades de Protección Popular kurdas. Es la primera vez en cinco años que la bandera siria onda en esta ciudad. El Ejército gubernamental sirio ya instaló varios puestos de observación en esta localidad. Los eventos de los últimos días son sin duda un momento clave en el camino de las fuerzas sirias por restablecer la integridad territorial de su país.
Con la creciente presencia de las fuerzas rusas en el territorio, no solo esa integridad territorial está garantizada, sino que también se logra hacer jaque mate a Estados Unidos al llenar el vacío que este dejó al abandonar el país árabe.
Lucha a vida o muerte
Además, hay que recordar que la prioridad para los turcos es proteger sus fronteras. El objetivo oficial de la operación es neutralizar a las Unidades de Protección Popular, sobre cuyas cabezas se ciernen las sospechas de Ankara de que colaboran con el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), una organización terrorista a ojos de la nación otomana. Hasta ahora las fuerzas turcas han establecido su control sobre un área de más de 1.000 kilómetros cuadrados. Es un territorio más pequeño de lo previsto.
Al final ha resultado que el avance turco en Rojava no ha cosechado los éxitos que de él se esperaban. Más bien todo lo contrario: en la etapa actual se puede afirmar que la operación —bautizada con un nombre poético, Fuente de Paz— está lejos de dar sus frutos. Como ya se ha recordado, las fuerzas sirias controlan varias ciudades en la frontera con Turquía, lo que quiere decir que Ankara ya no ha logrado crear un cinturón de seguridad a lo largo de su frontera.
Además, resulta que las acciones turcas empujaron a los kurdos a los brazos de Rusia y del Gobierno sirio. Es difícil determinar que el plan fuese ese desde el principio. En cualquier caso, gracias al avance turco, el Kremlin y Bashar Asad salen ganando en el tablero sirio.
Sin embargo, ese resultado es bueno incluso para Turquía. Que Damasco vuelva a controlar el norte del país ayuda a preservar la integridad del territorio. En caso contrario, Siria se arriesgaría a desintegrarse definitivamente. La creación de un Estado soberano en Rojava, a su vez, socavaría la estabilidad en el Kurdistán turco.
La inesperada consecuencia que podría tener la guerra relámpago turca en Siria https://t.co/eeh6F7l6Wp
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 15 октября 2019 г.
En realidad es posible entender a todas las partes de este conflicto: los turcos quieren proteger sus fronteras porque desde hace décadas luchan contra los kurdos, mientras que los propios kurdos quieren una autonomía para su pueblo y el Gobierno sirio quiere volver a controlar todo el territorio del país.
Precisamente por eso el escenario que aquí se dibuja no es blanco y negro, como podría parecer a primera vista. Sin duda, lo que sucede actualmente en Siria determinará el desenlace de la guerra sin cuartel que dura ya más de ocho años.