La enorme politización que ha experimentado la población mexicana desde la victoria de AMLO no ha sido correspondida con el análisis que merece. Es por eso que entre las distintas platicas, discusiones y paneles seguimos escuchando comentarios verdaderamente aberrantes inclusive de personas que son bastante activas en la política. Pero como siempre no hay praxis sin teoría, ni teoría sin praxis.
Podemos definir a AMLO como un político y líder social que emana del ala más progresista y nacionalista del PRI. Uno de los últimos de su especie. Una especie que empezó a extinguirse aceleradamente a partir de los años 80 como consecuencia del advenimiento de los tecnócratas neoliberales.
En repudio a esta ideología, López Obrador desarrolló un proyecto de nación alterno, regresando a los principios de la república juarista y al espíritu de la revolución de 1910, agregándole influencias antimperialistas, social demócratas, anticorrupción y de redistribución de la riqueza. Esto es lo que se ha llamado como la Cuarta Transformación (después de la independencia, reforma y revolución).
La burguesía mexicana viendo en peligro sus intereses, sobre todo por los elementos anticorrupción y de nacionalización de bienes de la cuarta, se propuso cerrarle el camino. Como resultado de su labor se dieron dos fraudes electorales contra AMLO que llevaron a la presidencia a dos de los más corruptos y nefastos personajes en la historia nacional: Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa, alias el borolas, y Enrique Peña Nieto. Este último fraude inclusive con la cooperación del Partido que postuló a López Obrador para esa elección, el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Las circunstancias apresuradas en las que Morena se formó jugaron un papel decisivo en su conformación y su funcionamiento. En las zonas del país con una mayor tradición combativa o donde existían organizaciones de masas afines al programa de López Obrador, Morena se conformó más o menos apegada a este programa o por lo menos bajo una mirada mucho más atenta de AMLO. Sin embargo, en otros estados donde la izquierda se encontraba diezmada y desorganizada, la dirigencia estatal de Morena pasó a ser copada por elementos en franca contradicción con el proyecto del mandatario mexicano. Cómo ocurrió esto y que grado de responsabilidad recae sobre el actual presidente es materia para otro artículo.
Y aquí llegamos al punto débil de morena. El hecho de que el partido surgió en las circunstancias descritas impidió la creación de un programa homogéneo y en consecuencia Morena es un partido multiclasista con una mezcla de ideologías, muchas veces contradictorias entre sí.
En consecuencia del análisis de estos tres elementos podemos afirmar que:
1. AMLO es un social demócrata de izquierda, con un programa nacionalista, anticorrupción, antimperialista y de redistribución de la riqueza. Pero de ninguna forma es un socialista ni mucho menos un comunista. Él es el núcleo alrededor del cual se han reunido distintos actores, incluidos muchos de los anteriores, que luchan por los ideales de la Cuarta Transformación y se ha convertido para esta en su líder moral.
Sin embargo, la Cuarta cobra cada día mayor vida propia y se alza como proyecto de nación con independencia de AMLO como individuo. López Obrador es además sin dudas el arquitecto y jefe tras bambalinas de Morena, pero también aquí cada día este partido se independiza de él lentamente.
La Cuarta Transformación comparte en general las ideas de López Obrador, pero va más allá en muchos sentidos que rebasan las concepciones o intenciones políticas del mandatario mexicano. Un ejemplo sería la discrepancia personal de Andrés Manuel de juzgar a los expresidentes. Importante es que AMLO siga sin representar un freno para la Cuarta, como lo ha dicho, "si el pueblo así lo decide", estaría dispuesto a juzgarlos.
3. Morena es un instrumento electoral de variada naturaleza, que es el campo de batalla de las aspiraciones personales de muchos individuos. En sus filas encontramos tanto partidarios de AMLO y de la Cuarta Transformación, como también abiertos enemigos de alguno de los dos, o de ambos. Aún más, algunos lugartenientes de López Obrador se hacen fuertes y crean sus clanes y con esto menoscaban lento, pero seguro la autoridad absoluta del presidente sobre su partido. Sirvan de ejemplo el senador Monreal y el virtual gobernador Bonilla en Baja California.
Si Morena o AMLO en algún momento se convierten en un impedimento para este proceso, deberá el pueblo dotarse de un nuevo líder y de un nuevo instrumento político. De preferencia un partido realmente revolucionario que eduque a sus cuadros políticamente y actué eficientemente como punta de lanza de la transformación del país y no como trampolín de mezquinas aspiraciones personales y/o del gansterismo político al estilo de Bonilla, Monreal y muchos otros.