Zelaia incide en que las fuerzas populistas están teniendo un menor impacto en Portugal a pesar de que una fuerza populista ha entrado con un diputado, algo que en su opinión es casi simbólico.
El actual primer ministro, António Costa, renovó su idilio con el electorado al recaudar la mayor parte de votos, mejorando incluso sus propios números de 2015 en casi cinco puntos porcentuales, rozando el 37%. No obstante, los ciudadanos portugueses decidieron no darle carta blanca.
A carta cabal, pero sin carta blanca
Uno de los objetivos de Acosta en esta cita con las urnas era sacudirse la coalición bajo la cual gobierna desde 2015: no quería seguir dependiendo de la geringonça, la sociedad de su partido con el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista Português. Todo, pese a que contra todo pronóstico le ha permitido tener un Gobierno sin fisuras.
Zelaia apunta que aunque al primer ministro no se le está dando ese cheque en blanco, su situación también se puede ver desde otro punto de vista: después de cuatro años de Gobierno, subir más de cuatro puntos significa un reforzamiento respecto de la situación anterior.
"Evidentemente el electorado le está diciendo [a Acosta] que no es suficiente, que necesita apoyos para gobernar pero con una menor necesidad de la que tuvo hace cuatro años", indica el experto.
La 'venta' de Acosta
El mensaje de campaña del premier no terminó de cuajar entre la ciudadanía que de momento prefiere no darle carta blanca, pese a haber tenido una gestión a carta cabal, según las urnas. Tal vez no tenga que reeditar la geringonça, pero alguna alianza tendrá que tejer.
En este sentido, Zelaia apunta que "lo que sí se ha visto en Portugal [en estas elecciones] es hasta qué punto pueden ser eficientes programas que de alguna forma se distancien del costo de las políticas liberales dominantes, y cada vez más en Europa durante los últimos 30 años".
"A través de ese acuerdo de Gobierno entre distintas fuerzas de izquierda han podido hacer políticas de progreso y de igualdad que estaban muy olvidadas en el propio Portugal desde hacía mucho tiempo, y que eran muy necesarias en un país con unas desigualdades impresionantes y unos niveles de pobreza altísimos", observa el analista.
Ciudadanos portugueses: ¿ya no le creen nada a los políticos?
Estas elecciones en Portugal también dejaron otros números que son más inquietantes, y es el alto porcentaje de abstención. El 49% de los ciudadanos decidieron que no tenía sentido acudir a esta cita con las urnas. Todo un récord.
"Hay otro factor, y es que nos encontramos en un momento político clave: grandes cambios geopolíticos en todo el mundo, en todos los países europeos. Y el hecho de que las fuerzas políticas en Portugal sean en principio las tradicionales y con los sistemas tradicionales, puede estar produciendo una sensación de no ajustarse a lo que esta nueva situación está requiriendo y esto lo vamos a ver durante los próximos años", subraya.
"Es muy posible que la población perciba de forma más o menos intuitiva que las fuerzas políticas tradicionales no están respondiendo a los retos actuales y que esto facilite cifras de abstención elevadas", concluye Adrián Zelaia.