— Han pasado más de 10 días de la decisión del presidente Martín Vizcarra de disolver el Parlamento y llamar a elecciones del Parlamento para completar el ciclo. ¿Cuál es la situación ahora en Perú?
A estas alturas está bastante claro a nivel nacional, pero me parece que también a nivel internacional, que lo que ha ocurrido en el Perú ha sido una disolución constitucional del Congreso y que hay un solo presidente de la República y no dos, como pretendieron algunos en determinado momento.
Incluso ya se ha convocado a las elecciones que van a completar el periodo de este Parlamento disuelto, con lo cual, se está dando un curso democrático, como corresponde, que establece nuestra Constitución.
Ciertamente, la mayoría parlamentaria disuelta está dando aún sus últimos manotazos de ahogado pretendiendo desconocer la legitimidad de esta decisión, pero ya el tema ha sido claramente zanjado, además y sobre todo por la ciudadanía, que no solamente se ha movilizado activamente el día de la disolución del Congreso en las calles, celebrando este acontecimiento, sino que en los últimos sondeos de opinión, de manera abrumadora se pronuncia a favor de la disolución y se reconoce a un solo presidente constitucional del Perú.
— ¿Cómo caracteriza Verónica Mendoza esta crisis en Perú?, ¿como un enfrentamiento entre el Gobierno con el Congreso fujimorista o es algo más? ¿Qué busca Martín Vizcarra con esa medida?
Es mucho más que eso, es mucho más que eso. En el Perú estamos hoy viviendo una crisis de régimen, expresada en el hecho de que nuestros últimos expresidentes elegidos en democracia, todos ellos están siendo investigados, procesados por casos de corrupción y con ellos los funcionarios que los acompañaron, así como la clase empresarial tradicional, sus principales referentes, también están siendo procesados por casos de corrupción.
— ¿En cuanto a los grupos de poder político y económico, estamos hablando del fujimorismo? ¿Y cuál es el rol del Mercedes Araos en esta situación?
— En el marco de este último estallido de la crisis, que ojalá sea su episodio final, hemos visto cómo más de allá del partido fujimorista propiamente, distintas fuerzas políticas estuvieron funcionando a modo de mafias o de plataformas de promoción de intereses particulares, en vínculo ya sea con el narcotráfico o viéndolo como un negocio desde su perspectiva, que pretendieron usar las instituciones, el Parlamento en particular, para garantizar sus corruptelas y sus negociazos.
Demostrando así que prefieren un sistema corrupto, que favorezca sus negocios, que una democracia plena con reglas claras de juego para las inversiones, y eso también hay que ponerlo en el centro del debate, para que dentro de las reformas que emprendamos en adelante, también se mejoren las relaciones entre el Estado y los inversionistas, entre la política y la economía, para que sean más transparentes y democráticas.
— Percibo en tu análisis que este momento se trataría como una especie de punto de quiebre en la vida política del Perú. ¿Quién cohesiona ahora las fuerzas sociales para lograr el cambio? ¿Qué planes tiene el partido Nuevo Perú al respecto?
— Creo que este es un momento no solamente de recomposición de las fuerzas que aún están dispersas, a pesar de que han sintonizado y coincidido en la lucha por la recuperación de la democracia, sino que también es un importante momento de renovación, de apertura para aquellos sectores que durante todo este tiempo no han tenido voz, y que más aún han sido criminalizados mediática o judicialmente por oponerse o plantear críticas al actual funcionamiento del Estado y de la economía.
Entonces, no solo se trata de nosotros, del partido Nuevo Perú, sino de cómo abrimos la política, para democratizar verdaderamente el pais.
— Algunos medios y opinadores se refieren al Perú como una "economía social de mercado que se mantiene estable hace décadas". Se mencionan los logros de Perú en reducción de los niveles de pobreza. ¿Qué opinión te merece eso?
— Ciertamente estamos en mejor situación que la de los años 80. En Perú hubo momentos más críticos desde el punto de vista de la economía e incluso de la democracia.
Pero no es posible que un país tan rico como el nuestro, que lo tiene absolutamente todo, gas, petróleo, tierra fértil, múltiples pisos altitudinales, agua dulce, un pueblo creativo y trabajador, esté en una situación tan precaria.
✒️ Perú no deja de sufrir turbulencias políticas. Lo curioso es que ninguna de esas crisis afecta a la buena marcha de la economía nacional, lo que despierta no pocas envidias en otros Estados latinoamericanos 👇 https://t.co/lyebGW8IAd
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) October 8, 2019
Es más, los dos últimos años la economía se ha estado frenando y en particular el empleo ha estado cayendo. Hay que tener cuidado con las cifras macroeconómicas que a veces esconden precariedades que la gente vive en su cotidianidad y hoy por hoy hay cada vez menos trabajo, el trabajo es cada vez mas precario y los ingresos de las familias están cayendo.
— Cuando los ciudadanos dejen de participar en la vida política, surgirán grupos que lleguen incluso a convertir en un mercado de poder los parlamentos. ¿Cuán alerta están los ciudadanos al respecto?
— Hay que subrayar que ha sido la ciudadanía movilizada la que ha logrado ponerle freno a la mafia y a los corruptos, que no contentos con el Congreso de la República, querían capturar el Tribunal Constitucional y toda la institucionalidad para boicotear las investigaciones en su contra.
Ha sido la ciudadanía la que exigía la disolución constitucional de un Congreso que ya no la representaba y es hoy la ciudadanía la que tiene que impulsar este proceso de transición democrática, que no puede darse solamente en las alturas, entre los mismos de siempre, sino que tiene que permitir la amplia participación de la gente.
Ese es para nosotros hoy el principal desafío. Reinvolucrar plenamente a la gente en las instituciones y en el debate político y democrático.
— ¿Cuál es el rol que juegan hoy las Fuerzas Armadas que dieron su respaldo al presidente Vizcarra en su decisión de disolver el Congreso?
Es saludable y democrático que las fuerzas armadas defiendan la democracia en sintonía con la gente.
Pero esta decisión no ha dependido ni de ellas ni únicamente del presidente, quien ciertamente ha tenido un rol importante, sino que ha sido principalmente una demanda y una victoria de la ciudadanía.