La operación en Siria permitió a Rusia obtener "un nuevo estatus geopolítico", el del actor más importante en el Oriente Medio, declaró el experto militar Ígor Korótchenko.
"Nuestros intereses para iniciar una operación en Siria eran los siguientes: primero, derrotar a las organizaciones terroristas con oriundos de nuestro país en sus filas y que tenían por objetivo establecer un califato mundial, que comprendiese también el territorio ruso, segundo, preservar el poder legítimo en Siria", comentó Murajovski.
Además, las Fuerzas Aeroespaciales rusas demostraron sus capacidades de combate y los pilotos obtuvieron una gran experiencia, añadió el experto.
Entre otros logros destacó el aporte de Rusia en el entrenamiento de las tropas gubernamentales sirias.
"Fueron las Fuerzas Armadas de Siria que jugaron un papel principal en la derrota de los terroristas en tierra", dijo Murajovski.
Por su parte, el experto militar Korótchenko dijo que la operación también permitió probar los sistemas rusos de defensa antiaérea que frustraron todos los ataques terroristas con drones contra la base aérea rusa en Hmeymim.
Rusia se implicó en el conflicto de Siria por petición del presidente del país árabe, Bashar Asad.
El 30 de septiembre de 2015 la aviación rusa empezó a bombardear las posiciones terroristas en Siria. En la operación tomaron parte más de 63.000 militares rusos y se efectuaron más de 45.000 vuelos de combate y se probaron 300 unidades de técnica bélica.
En diciembre de 2017, Rusia anunció la derrota definitiva de ISIS (grupo terrorista prohibido en Rusia) en el país árabe.
Actualmente la búsqueda de una solución política a la crisis siria y el retorno de los refugiados ocupan el primer plano de la labor de las autoridades.