Las raíces de la tormenta política en Washington se remontan a finales del pasado mes de julio. Entonces Trump hizo una llamada telefónica al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en la que trató de presionarlo para que iniciase una investigación contra Hunter Biden, el hijo del exvicepresidente de EEUU Joe Biden, acerca de su presunta vinculación con casos de corrupción en Ucrania.
Esta historia puede parecer sospechosa, teniendo en cuenta que el propio Joe Biden es precandidato a la Presidencia de Estados Unidos por el Partido Demócrata para los comicios de 2020. No hay que olvidar que Trump también planea presentarse a la reelección.
El líder estadounidense rechaza las acusaciones y afirma que toda esta historia es una mera invención que pretende dañar su imagen. Incluso ha hecho pública la grabación de su conversación con Zelenski. Trump corre el riesgo de ser relevado de su cargo y sometido a un proceso político conocido como impeachment.
¿Cómo funciona el 'impeachment' en EEUU?
Durante el proceso de impeachment, el Congreso de EEUU acusa y procesa a un funcionario público, que podría, en el peor de los casos, acabar en la cárcel. En realidad, el proceso judicial puede ser solicitado por ciertos individuos que no son miembros del Congreso, por ejemplo un fiscal especial o el propio presidente del país.
El proceso de destitución puede ser lanzado en la Cámara de Representantes. Seis comités de la Cámara Baja del Congreso investigan presuntos actos ilícitos cometidos por funcionarios gubernamentales, en este caso por el propio presidente. Dichos organismos envían los resultados de la investigación al Comité Judicial de la Cámara de Representantes.
El Comité decide si los hallazgos son suficientes para concluir que el acusado ha cometido un delito que pudiera servir como pretexto para apartarlo de su cargo público. En este caso, el organismo prepara los llamados artículos de impeachment y se los transmite a la Cámara de Representantes, que debe pasárselos al Senado —Cámara Alta del Congreso de EEUU— por una mayoría de votos. El proceso, en esencia, es similar a la aprobación de los proyectos legislativos.
El Senado procesa a la persona que se somete al impeachment a través de un juicio supervisado por el presidente de la Corte Suprema. Después, el Senado vota. Para condenar al acusado y apartarlo de su cargo se necesita una mayoría de dos tercios de votos a favor.
En la historia ha habido varios intentos de relevar a varios presidentes estadounidenses de sus cargos. En 1868, la Cámara de Representantes aprobó 11 artículos de impeachment contra el entonces mandatario Andrew Johnson. En aquel caso, el Senado no logró alcanzar la mayoría de dos tercios de votos. Johnson fue absuelto y completó su término.
En 1974 se inició el impeachment contra el presidente republicano Richard Nixon. Sin embargo, Nixon dimitió para evitar el oprobio de ser acusado. El tercer caso tuvo lugar en 1998, cuando los senadores no lograron condenar al presidente demócrata Bill Clinton, que consiguió completar su mandato, al igual que Johnson.
¿De verdad van a destituir a Trump?
La resolución para destituir al presidente estadounidense será aprobada con toda probabilidad por la Cámara de Representantes, donde los demócratas tienen mayoría —235 de 435 escaños—. Pero el siguiente paso es la aprobación del Senado, donde los demócratas son minoría —47 de 100 escaños—.
Para completar el proceso de impeachment se necesitan dos tercios de votos —67 de 100—, es decir, para relevar a Trump los demócratas tienen que convencer al menos a 20 senadores republicanos. En otras palabras, ese escenario parece francamente poco probable.
A día de hoy, Donald Trump aventaja a todos sus rivales en la carrera presidencial y tiene un índice de aprobación de alrededor del 43%, según la página web FiveThirtyEight. Esto quiere decir que, si es destituido, el Partido Republicano perderá toda posibilidad de ganar las presidenciales de 2020. En una situación como esta, los republicanos harán todo lo posible para impedir que cristalice el impeachment.
Hace apenas un tiempo, la propia Nancy Pelosi descartaba la posibilidad de destituir a Trump, si bien hubo algunas ocasiones que le brindaron esta oportunidad. El impeachment contra el líder de EEUU no contaba con el apoyo de los votantes, de manera que la presidenta de la Cámara de Representantes consideró que un intento infructuoso de destitución sin apoyo de la población podría ser contraproducente para los demócratas.
Es posible que las recientes acusaciones puedan alterar la opinión pública, pero hay que recordar que Trump cuenta con el apoyo del Partido Republicano, lo que hace prácticamente imposible forzarlo a abandonar su cargo.