Y la elección fue completamente lógica, puesto que incluso actualmente es el avión de combate más rápido del mundo con una velocidad punta de unos 3.000 km/h y que además es capaz de volar a una altitud de hasta 23 km. De hecho, el MiG-25 sigue estando en servicio de las Fuerzas Aéreas de Argelia y Siria, y lo estuvo en Rusia hasta 2013.
Desde que entrara en servicio por primera vez en 1970, había dos variantes principales del MiG-25: un interceptor y un avión de reconocimiento. Eso sí, hubo múltiples modificaciones de cada una de estas versiones que lo adaptaban a unas funciones específicas, tales como la lucha radioelectrónica o el bombardeo desde grandes altitudes.
MiG-25RR: avión de reconocimiento nuclear
Cuando creció la tensión entre la Unión Soviética y China, Moscú consideró que hacía falta tener bajo control los avances del programa nuclear de Pekín, que realizó la primera prueba nuclear en 1964. En total, durante esta época China efectuó 45 ensayos.
Ello se debía al hecho de que el avión más avanzado a la disposición de China era el J-7, una copia del caza soviético MiG-21 fabricada en el país asiático bajo licencia. No obstante, la velocidad y altitud de vuelo de estos cazas no estaba ni cerca de las prestaciones del MiG-25.
Lo sistemas de misiles antiaéreos de China tampoco podían emprender acción alguna contra los MiG-25 que sobrevolaban el territorio del país, en muchas ocasiones sin ser detectados siquiera. Por lo cual, los aviones soviéticos eran virtualmente invulnerables sobre el cielo chino.
Ello no es sorprendente, ya que sus prestaciones le permitían sobrevolar un país enemigo de punta a punta sin que sus misiles o cazas pudieran alcanzarlo. De hecho, durante la guerra de Yom Kipur un MiG-25 sobrevoló varias veces la capital israelí sin que sus Fuerzas Aéreas o defensa antiaérea pudiera hacer nada.