— Carles Puigdemont, pronto el Tribunal de Justicia de la Unión Europea se pronunciará sobre su caso. Usted ha sido elegido como eurodiputado, pero no puede participar en el trabajo del Parlamento comunitario. ¿Qué espera de la sentencia?
— Naturalmente espero que haya un fallo a nuestro favor, es decir, a favor de la causa catalana y de la democracia europea. Después de ser votado por más de un millón de ciudadanos, las autoridades españolas me impiden ejercer cualquier derecho de representar a mis electores en Bruselas, con el pretexto de que para hacerlo debo ir a Madrid para jurar sobre la constitución española. Es una solicitud en violación absoluta de la legislación europea y esperamos que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea se exprese lo antes posible.
— Si, supongamos, el Tribunal se expresa como espera, ¿qué valores promovería en Bruselas? ¿Cuál es su idea de Europa?
— Nuestra idea de Europa es la de un espacio en el que el voto de los pueblos cuenta más que cualquier otra cosa. Cataluña es una nación, una de las más antiguas de Europa. Nuestro parlamento, nuestras instituciones y nuestra constitución datan de la Edad Media y fueron prohibidos solo cuando en 1714 los Borbones por primera vez trajeron la monarquía española a nuestro país. Hasta entonces éramos una nación en todos los aspectos. Hoy todavía lo somos y si las personas lo solicitan, tenemos derecho a ser independientes.
— ¿Una Europa fundada en la idea de una comunidad de naciones? Se parece a lo que promueven muchos movimientos populistas.
— Paradójicamente, el llamado populismo es uno de los principios básicos de los derechos humanos, ya que el artículo 21 de la Declaración Universal de Derechos Humanos establece: "La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público".
Sobre la base de este principio, creo que Europa puede ser más unida si se le permite preservar su diversidad, que es su mayor fuerza. Pero, ¿quién garantiza esta diversidad? Bueno, por supuesto, las diferentes raíces y tradiciones, los diferentes puntos de vista y los diferentes idiomas, no solo los oficiales de los Estados miembros, sino también los más locales.
Tal Europa sin duda estaría más cerca de nuestros ideales de democracia y derechos humanos.

— Entonces, ¿podríamos llamarlo populista proeuropeo?
— (Se ríe) No, no soy populista. Pero creo en las personas porque creo en la democracia. Lucho contra el concepto nacionalista de democracia de que el poder debe determinar cada aspecto de nuestras vidas y luego pedirnos que nos expresemos solo una vez cada cuatro años.
Hoy en día, todos usamos teléfonos inteligentes y tabletas, desde los cuales podemos tomar e implementar decisiones importantes de manera rápida. Esta tecnología afecta a nuestras familias, nuestras culturas, nuestra forma de hacer negocios. ¿Por qué no puede también acelerar nuestros procesos democráticos?
— Por lo tanto, llama a una mayor participación de las personas en el proceso de toma de decisiones. Como en Suiza.
— Suiza es un modelo, ciertamente no perfecto, pero funciona porque es una confederación basada en el respeto recíproco de las diferencias. Si concebimos a la Unión Europea como una 'gran Suiza', podríamos enfrentar mejor los desafíos del futuro. Suiza demuestra y enseña al mundo cómo gestionar con éxito la diversidad y cómo de esta manera podemos garantizar la dignidad de todos, que se da precisamente a través del respeto a las identidades, nacionalidades, culturas e idiomas.
— Si llegara a ocupar un puesto de poder en la Unión Europea, ¿cuál sería su posición hacia Rusia, especialmente con respecto a las sanciones y crisis de Ucrania?
Han pasado varios años desde que se aprobaron las sanciones y podemos ver los resultados. Es hora de cambiarlos. Este podría ser el primer paso hacia una Europa con mayor protagonismo en la búsqueda de una solución a la crisis ucraniana.
— El futuro de la Unión Europea es muy incierto, especialmente con respecto al Brexit. ¿Se imagina Cataluña en una Europa fragmentada?
— Queremos quedarnos en Europa, como dije, nuestra cultura es europea y en Europa queremos ser uno de los centros culturales. Ni siquiera imaginamos una Cataluña fuera de la UE. Por eso me preocupan las posibles consecuencias del Brexit, que afectaría no solo al Reino Unido sino a todos los equilibrios europeos. Con el Brexit no solo perderíamos un gran poder, sino también una de las democracias más antiguas e importantes.
— En todo esto, sin embargo, el Estado español no tiene intención de reconocer su independencia. ¿Existen alternativas para proteger la identidad catalana?
— Para nosotros, la independencia fue la última alternativa después de 30 años de intentar llegar hasta el final, abriendo un diálogo con el Estado español, colaborando con todos los Gobiernos españoles tanto de derecha como de izquierda. Hemos tratado de mejorar la democracia española, hemos renovado nuestro estatuto de autonomía, hemos obtenido un gran apoyo del pueblo a través de consultas populares. Lo hemos probado todo, pero solo hemos recibido un "no".
Ante estas respuestas, un pueblo puede resignarse o movilizarse contra las injusticias que sufre. En este caso, el pueblo catalán se ha movilizado por medios democráticos y no violentos. Y quiere ser escuchado.

— ¿Y estaría dispuesto a dar un paso atrás en caso de una mayor apertura por parte del Gobierno de Madrid?
— En el pasado ya lo hemos hecho, con un costo muy alto. Sin embargo, fue inútil. Si el Estado español tuviera un proyecto sobre Cataluña, podríamos evaluar los posibles compromisos. Sin embargo, hasta ahora Madrid nunca ha querido expresar ningún proyecto con el que podamos comprometernos. Simplemente prefieren aplicar el artículo 155 de la Constitución española para así evitar cualquier forma de diálogo.
— Han pasado casi dos años desde el referéndum de independencia. ¿Qué perspectivas ve para el futuro?
— Sin embargo, la prensa, incluso la catalana, escribe sobre un creciente descontento hacia los partidos independentistas como el suyo.
— Es cierto, hoy hay más personas insatisfechas con los partidos independentistas que antes, por lo que debemos criticarnos y aprender de nuestros errores. Ahora estoy luchando por una máxima unidad en el frente independentista, es la mejor manera de tener fuerza.
— Habló de identidad, un concepto que a menudo se asocia con los movimientos de derecha. Y, de hecho, la causa catalana a menudo es apoyada por partidos de derecha como el Vlaams Belang en Bélgica y la Liga en Italia. Sin embargo, usted se define como progresista.
— Nunca he pedido el apoyo de ningún país o movimiento. Solo he pedido la oportunidad de poder explicarme libremente y ser escuchado. Recientemente, el Global Spain ha lanzado un reporte en el que emite una serie de noticias falsas que el movimiento independentista catalán sería una identidad de derecha y quisiera suprimir la enseñanza del idioma español en nuestras escuelas. Sería suficiente ir a Cataluña para darse cuenta de que todas son mentiras.
El caso catalán reúne diferentes corrientes, tanto de derecha como de izquierda, más o menos proeuropeas.