La explosión se produjo el sábado 10 de agosto cerca de un mercado alimentario en el oeste de Bengasi. Francia convocó ese mismo día una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU, que condenó enérgicamente el ataque.
"No tenemos conocimiento de ninguna reivindicación de responsabilidad por el vehículo bomba, trataremos de averiguar los hechos detrás del suceso, incluyendo a través de realizar una investigación interna", dijo Dujarric en un comunicado.
La ONU enfatizó que "una paz y una estabilidad duraderas en Libia, así como el fin de la crisis humanitaria que se viene deteriorando, se lograrán solo mediante una solución política".
El ataque tuvo lugar en medio de una tregua con motivo de la festividad musulmana de Eid al Adha (Fiesta de Sacrificio), mediada por la ONU y aceptada tanto por el Ejército Nacional Libio (ENL) como por el Gobierno de unidad nacional.
Libia continúa sumida en una crisis desde que el derrocamiento de su líder histórico, Muamar Gadafi, en 2011, derivó en violentos enfrentamientos entre facciones rivales, el surgimiento de grupos yihadistas y de mafias que se dedican al tráfico de migrantes irregulares de África a Europa.
Desde finales de marzo de 2016 en Trípoli funciona el Gobierno de unidad nacional, reconocido como legítimo por el Consejo de Seguridad de la ONU y presidido por Fayez al Sarraj.
A principios de abril pasado, Libia entró en una nueva espiral de violencia después de que Haftar ordenara una ofensiva contra Trípoli para "liberarla de terroristas".
Las fuerzas leales al Gobierno de unidad nacional respondieron con la operación Volcán de Ira dirigida contra las tropas de Haftar.