Las tumbas datan de la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.) entre Roma y la entonces potencia africana, Cartago. En esa época, la península ibérica se encontraba en el epicentro del conflicto que determinó la historia de la civilización occidental en los próximos siglos.
La tumba que podría haber pertenecido a un príncipe, está construida de grandes bloques de piedra bien trabajados, pero por lo visto fue saqueada hace siglos por los valiosos objetos que tenía dentro.
También se ha hallado un cenotafio que corresponde a un enterramiento sin cuerpo, ya que el guerrero habría muerto muy lejos y no se pudieron recuperar sus restos. Sin embargo, la tumba contiene todo lo que debía contener por pertenecer a un aristócrata.
Todas las tumbas han sido clasificadas en tres grupos según su nivel de riqueza en opulentas, intermedias y más sencillas, pero todas muestran el elevado estatus de los fallecidos en comparación con otras del mismo ámbito cultural. Los investigadores también prestaron atención a la ausencia de cuerpos de personas comunes en la zona, lo que causa preguntas sobre dónde eran enterradas.