Los bonos son activos típicamente seguros en el mercado. De ahí que muchos inversores inviertan sus recursos en ellos en momentos en que aumenta la tensión en los mercados, como por ejemplo durante la guerra comercial entre China y EEUU o la escalada de tensión en el golfo Pérsico.
Un bono suele tener un cupón —un tipo de interés— positivo cuando se emite por un gobierno, una institución o una empresa. Sin embargo, tras su lanzamiento en el mercado, la incrementada demanda puede empujar su precio a crecer y, como consecuencia, disminuir su rendimiento. De ahí que algunos inversores dejen de recibir cualquier paga por su inversión, recuerda el periodista John Ainger en su artículo publicado por Bloomberg.
Cuando el tiempo juega contra el valor
En junio del 2019 la deuda con rendimiento negativo alcanzó los 13 billones de dólares, tras duplicarse frente al nivel registrado en diciembre del 2018. Ahora constituye un 25% de la deuda global. Las tasas negativas de bonos entran en conflicto con principios básicos del sistema financiero global.
"Una importante ley de la lógica financiera—si prestas dinero a mayor plazo, recibes intereses más altos— se ha quebrantado. El valor del tiempo ha desaparecido", escribió un día Marcus Ashworth, columnista de la agencia estadounidense.
Hace dos años, Austria emitió los llamados bonos del siglo, que ofrecían retornos del 2,1% y maduraban en el 2117. Ahora su rendimiento es del 1,2%. Esta disminución puede empujar a los inversores, que quieren recibir mayores retornos, a optar por activos de mayor riesgo. Esta actitud aumentará la posibilidad de que aparezcan burbujas en los mercados financieros e inmobiliarios.
"El hecho de que la diferencia entre el valor de bonos de EEUU a tres meses y la de los bonos a 10 años haya cambiado indica que podría avecinarse una contracción económica", recalca Ainger.
Aparte de la Reserva Federal, solo un número reducido de bancos centrales, que habían reducido sus tasas de interés durante la crisis del 2008, logró aumentarlas. Eso significa que los tipos de interés probablemente regresen al territorio negativo durante la nueva crisis.
¿Quién se beneficia y quién pierde de la expansión de la deuda?
Los gobiernos son los principales beneficiarios de la emisión de bonos con rendimiento negativo. El incentivo para pedir préstamos nunca es mayor cuando a un banco le pagan para que lo haga. Alemania, por ejemplo, recibe subsidios por emitir bonos en los próximos 20 años.
Las empresas que emiten bonos también se benefician del bajo costo de endeudamiento. Algunos propietarios de hipotecas de interés variable también tienen motivos para celebrar la expansión de la deuda.
A su vez, los fondos de pensiones y compañías aseguradoras, que tradicionalmente son mayores inversores en los bonos gubernamentales, empiezan a sufrir dificultades. Sus responsabilidades crecen constantemente a medida que sus clientes envejecen. Estas entidades no ganan nada de préstamos, mientras que necesitan ofrecer tasas por encima del cero para mantener su negocio.
¿Cuál es el riesgo?
Desde el 2016, el Banco Central Europeo tenía una tasa de referencia del -0,4%. Eso significa que los bancos perdían 4 euros por cada 1.000 que almacenaban allí. Estas tasas negativas tenían que ser temporales, pero perduraron con el tiempo. Los comerciantes creen que el Banco Central Europeo empujará sus tasas de depósito en el terreno aún más negativo este año.
A día de hoy existen temores de que Europa siga el camino de Japón, que ha vivido la llamada década perdida durante la que los políticos nipones lucharon por reavivar el anémico crecimiento y combatieron la inflación. No obstante, varios bancos centrales de Europa han reiterado en repetidas ocasiones que todavía tienen instrumentos para resistir al recorte de tipos de interés y la mayor expansión cuantitativa.
"Las tensiones geopolíticas acerca del comercio y la posible salida del Reino Unido de la UE continuarán empujando a los inversores a optar por activos más seguros. Eso significa que la demanda de bonos con rendimiento negativo seguirá siendo alta. Sin embargo, el empuje hacia retornos más jugosos con apuestas más arriesgadas aumentará la posibilidad de que produzcan fallos y una nueva crisis", concluye Ainger.