En el taller, administrado por un padre y un hijo, las autoridades encontraron ocho vehículos falsificados que todavía se estaban fabricando. Las autoridades encontraron también chasis, moldes, herramientas y fibras utilizadas en la manufacturación de los autos.
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Los vehículos falsificados eran encomendados a través de las redes sociales y costaban entre 180.000 y 250.000 reales —entre unos 48.000 y unos 66.000 dólares—, el equivalente a menos del 10% del valor de los carros originales.
Las investigaciones se iniciaron después de que representantes de las propias marcas de automóviles se quejaran a las autoridades. Se cree que el taller ubicado en Itajaí, una ciudad de cerca de 300.000 habitantes, fuera responsable de suministrar vehículos falsificados a lo largo y ancho del país.
Los propietarios del sitio serán acusados de delitos contra la propiedad industrial.