Desde 2016 cada 30 de junio se celebra el Día Internacional del Asteroide, en conmemoración del que cayó en Tunguska, Siberia, en 1908. La roca tenía aproximadamente 37 metros de diámetro, entró a la atmósfera terrestre viajando a una velocidad de 53.900 kilómetros por hora y detonó en el cielo liberando energía equivalente a alrededor de 185 bombas de Hiroshima.
El impacto es considerado el mayor en la historia reciente de la Tierra: destruyó cerca de 80 millones de árboles, que ocupaban una superficie de bosque del tamaño de la isla de Gran Canaria, según la Nasa.
En ese entonces, los cuerpos rocosos eran bautizados con nombres de diosas y personajes de la mitología grecorromana, como la sirena Parténope, la ninfa Tetis y la musa Melpómene. Más tarde se incluyeron topónimos clásicos, como Masalia (Marsella) y Lutecia (París).
En un principio, siguiendo la tradición de los símbolos astrológicos de los planetas, también se crearon símbolos para cada uno de los asteroides, se lee en Cienciaes. Sin embargo, el número de objetos descubierto fue creciendo exponencialmente, y a la par crecía la complejidad de sus símbolos.
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Para simplificar la tarea, el astrónomo estadounidense Benjamin Apthorp Gould propuso numerar los asteroides según se vayan descubriendo, de manera que el símbolo de cada asteroide fuera un número dentro de un círculo. A mediados del siglo XIX, el círculo se sustituyó por paréntesis, más fáciles de componer en una imprenta. Así, Parténope se convirtió en (11) Parténope, y Masalia en (20) Masalia.
Polémico fue el bautismo del asteroide (64) Angelina en 1861, ya que su adopción no refiere a ninguna mujer ni personaje mitológico, sino que era el nombre de una estación astronómica del Observatorio de Marsella.
En 1867 hubo otro hito en la forma de nombrar a los asteroides: se empezó a incluir a personajes literarios. La primera que tuvo tal honor fue la protagonista de una novela de Friedrich de la Motte Fouqué, (92) Ondina.
El año siguiente fue la primera vez que se incluyó un nombre bíblico. Según relata Cienciaes, se nombró (102) Miriam a un asteroide porque su descubridor, Christian Heinrich Friedrich Peters, quería fastidiar a un profesor de teología equiparando los personajes de la Biblia con figuras mitológicas.
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Hasta finales del siglo XIX, los nombres femeninos seguían siendo la norma: el asteroide que homenajea al explorador Alexander von Humboldt lleva el nombre de (54) Alexandra, el bautizado en honor de Cristóbal Colón se llama (327) Columbia.
El primer asteroide con nombre masculino fue (342) Endimión, descubierto por Max Wolf en 1892. No obstante, los nombres de los asteroides siguieron siendo mayoritariamente femeninos hasta 1898, cuando Carl Gustav Witt y Auguste Honoré Charlois descubrieron el primer asteroide que cruzaba la órbita de Marte, (433) Eros.
"A partir de entonces se reservaron los nombres femeninos para los asteroides del cinturón principal, entre Marte y Júpiter, y se asignaron nombres masculinos a los asteroides con órbitas insólitas", se lee en Cienciaes.
En 1919 se creó la Unión Astronómica Internacional (UAI) para, entre otros objetivos, elaborar las reglas para la nomenclatura de los diferentes cuerpos celestes. Desde 1931, la nomenclatura oficial de la UAI para los asteroides está formada por el número, sin paréntesis, seguido por el nombre internacional, aunque en algunos países, como en Francia y en España, se prefiere adaptar el nombre a la lengua vernácula.
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Al contrario de lo que ocurre con los cometas, que suelen llevar el nombre de su descubridor, no está bien visto que un astrónomo ponga su propio nombre a un asteroide. Pero como toda regla tiene sus excepciones, este consenso no tácito, también. Es así que el astrónomo argentino Miguel Itzigsohn bautizó al asteroide que descubrió 1596 Itzigsohn.
Además, el argentino era un ferviente admirador de Eva Perón, a quien dedicó nada menos que cinco asteroides: 1569 Evita, 1581 Abanderada, 1582 Mártir, 1588 Descamisada y 1589 Fanática, según Cienciaes.
También hay algunos asteroides con nombres cuya explicación desconocemos, sus descubridores se llevaron el secreto a la tumba, como es el caso de 177 Irma, 186 Celuta, 223 Rosa.
Entre los nombres más curiosos destacados por Cienciaes están el paradójico 1484 Postrema (el último, en latín), llamado así por su descubridor, el astrónomo ruso Grigori Nikoláievich Neuimin, pensando que iba a ser su último asteroide, pero aún descubrió dos más después de ese, elevando su total particular a 74.
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También está 3325 TARDIS, llamado así por la máquina del tiempo de la serie Doctor Who; 17058 Rocknroll; 350509 Vepřoknedlozelo, un plato típico checo.
La imaginación de los astrónomos para dar nombre a los asteroides no tiene límites. Dejando de lado parientes, amigos y mascotas de los descubridores, hay cuerpos rocosos con nombres insólitos, como 2001 Einstein, 1772 Gagarin, 5020 Asimov, 4511 Rembrandt, 17059 Elvis, 7032 Hitchcock, 25930 Spielberg, 571 Dulcinea, 12410 Donald Duck, 943 Begonia.
Los Beatles tienen nada menos que cinco asteroides: 4147 Lennon, 4148 McCartney, 4149 Harrison, 4150 Starr y 8749 Beatles, y Monty Phyton, siete: 9617 Grahamchapman, 9618 Johncleese, 9619 Terrygilliam, 9620 Ericidle, 9621 Michaelpalin, 9622 Terryjones y 13681 Montypython; pero Paul Simon y Art Garfunkel tienen que compartir el suyo: 91287 Simon-Garfunkel.
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