"A partir del 8 de julio de 2019 a las compañías aéreas rusas se les prohíbe temporalmente realizar servicios de transporte [incluidos comerciales] de los ciudadanos desde el territorio de la Federación de Rusia al territorio de Georgia", dice el decreto.
Además el líder ruso recomendó a las agencias y operadores turísticos no vender viajes a Georgia durante el periodo de prohibición de vuelos.
El Ministerio ruso de Asuntos Exteriores está encargado de garantizar la coordinación de acciones con las autoridades de Georgia mientras se solucionan los asuntos relacionados con la seguridad de ciudadanos rusos.
Por su parte, el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, comentó a Sputnik que el decreto de Putin es "una restricción forzada introducida por la parte rusa y cuyo objetivo es garantizar la seguridad de los ciudadanos rusos en medio de las acciones extremistas que ahora tienen lugar en Georgia".
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Estas medidas de seguridad se enmarcan en el contexto de las protestas que vive la capital de Georgia, Tiflis, por segundo día consecutivo.
Las delegaciones reunidas en el Parlamento de Georgia se vieron obligadas a concluir sus labores antes de lo previsto.
Frente a la sede legislativa se produjeron choques violentos entre elementos radicales y la policía, que utilizó balas de goma y gases lacrimógenos para dispersar a la multitud.
Según el último balance del Ministerio de Sanidad de Georgia, un total de 240 personas resultaron heridas a causa de las protestas.
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Los manifestantes, a los que se unieron facciones de la oposición, protestaban por la visita de la delegación rusa a Georgia y exigen la dimisión del presidente del Parlamento, Irakli Kobajidze, y del ministro del Interior, Gueorgui Gajaria.
El legislador ruso Gavrílov calificó los hechos de una acción planificada que busca empeorar las relaciones entre Rusia y Georgia.
La presidenta georgiana, Salomé Zurabishvili, declaró a Rusia "enemigo e invasor" del país y le acusó de aprovecharse de las protestas.
Moscú rechazó categóricamente estas declaraciones y condenó la agresión contra la delegación rusa, al calificarla de "una provocación rusófoba".
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Georgia rompió relaciones diplomáticas con Rusia en 2008 después de que el país europeo reconociera la independencia de Abjasia y Osetia del Sur, dos antiguas autonomías georgianas.