Al exlíder del país le acusan de crímenes de corrupción y fraude financiero, aparte de ser responsable supuestamente de la muerte de manifestantes.
A mediados de abril, Sudán vivió un golpe militar que puso fin a los 30 años del Gobierno de Bashir, tras varios meses de protestas que dejaron decenas de muertos y centenares de heridos.
Al ser destituido, Bashir fue trasladado a la prisión Kober en Jartum.
El consejo de transición militar, que asumió el poder en Sudán, se declaró dispuesto a entregar sus riendas en dos años a las autoridades que salgan electas, pero su promesa no calmó a los manifestantes, que exigieron la formación inmediata de un gobierno civil con plenas atribuciones.
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A mediados de mayo los representantes del organismo de transición aseguraron que tenían un pacto con la oposición, según el cual el período de transición se extendería por tres años.
En los días siguientes, sin embargo, no se llegó a acuerdo alguno y las conversaciones entre ambos bandos se estancaron.